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Qué difícil es ponerse en los zapatos de otros, pero qué sencillo es señalar miedos ajenos; para poder entrar en la historia de otros muchas veces hay que vivirla y así nos ha ocurrido, pues este viernes 19 se invirtieron los papeles y los ciudadanos que tanto criticaron a Trump sintieron una patada en la parte baja tras la llegada de los inmigrantes hondureños buscando mejores condiciones de vida.

Se saltaron la barda (literal y figurado) como muchos mexicanos hacen, algunos de aquéllos con la intención de seguir de paso hasta Norteamérica, donde probablemente se encontrarán con la metralla en la frontera, aunque otro tanto ha comentado, según algunos medios de comunicación, que desean quedarse a cumplir un “sueño mexicano”.

Leía en redes sociales los comentarios de algunos compatriotas quejándose de que apenas tenemos trabajo en México como para que vengan extranjeros a quitarnos lo que queda mediante su mano de obra barata e ilegal. ¡Vaya!, me suena tan similar a como piensa Trump. Otro comentario decía que no todos los inmigrantes que se quedarían lo harían para trabajar y alegaba que algunos terminarán obrando mal; exactamente como dice otra de las premisas del presidente gringo para construir el muro en la frontera con México.

No me asombra la doble moral de la gente, he visto mucho de ella; me asombra cómo pensamos que México está mal cuando hay otros mucho peor, tan mal que sueñan con encontrar un futuro próspero aquí. No me asombra tampoco que sucedan situaciones como ésta para callarnos; me asombra que no sepamos ser empáticos, una magia muy olvidada y que se resalta a diario en nuestro país cuando dejamos que la injusticia le llegue a otros sin meter una mano, cuando vemos que alguien desesperado busca ayuda y no lo ayudamos, cuando hacemos “bullying” al compañero, cuando ignoramos al hambriento, tratamos mal a la gente de intendencia o cuando pagamos salarios ínfimos a nuestros empleados.

México necesita crecer y crecerá cuando sepamos apoyar a otros y, en especial, cuando los que recibamos apoyo sepamos agradecer generando así un círculo virtuoso de solidaridad.

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