México: del elogio a la realidad

El México independiente surgido a raíz de los procesos emancipatorios del siglo XIX...

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El México independiente surgido a raíz de los procesos emancipatorios del siglo XIX se construyó básicamente a partir de papel y tinta impregnada en las páginas de periódicos y libros. La mayoría de los escritores de la época fueron a su vez los políticos e ideólogos que dieron forma al Proyecto de Nación que sirvió de cimiento para construir el país en el que vivimos; el que nos enorgullece o nos duele o al que exaltamos con fervor patrio cada 16 de septiembre.

Lo paradójico que resulta México a la vista de los propios mexicanos y extranjeros mucho tiene que ver con la forma en que se le representaba, primero a través de la prensa y los libros y, posteriormente, en la fotografía, el cine, el internet y redes sociales, volviendo incalculables las imágenes y opiniones que se proyectan.

Pero en el siglo XVII, aún sin la fotografía, la Ciudad de México apareció retratada, posiblemente  por primera vez, en las páginas del libro de Bernardo de Balbuena, español radicado en México desde pequeño, y quien a solicitud de su amiga  Doña Isabel de Tobar y Guzmán le escribe “Grandeza Mexicana”, una epístola laudatoria de casi dos mil versos donde describe con gran precisión a la ciudad, mostrando, a manera de los recorridos turísticos actuales, los sitios más emblemáticos y bellos de la metrópoli.

Mostrar la mejor, pero también la peor faceta de la ciudad o del país se convirtió en una constante ya en los siglos posteriores y aparecieron retratados la pobreza, los vicios y  conflictos sociales, las zonas marginadas, la periferia, las provincias y zonas rurales olvidadas o ignoradas por las plumas y los lentes de la élite y de la oficialidad.

Nada de esto nos es ajeno en el presente, los discursos políticos, cierta prensa y sobre todo los informes de gobierno de fin de sexenio nos remontan a los versos de Balbuena, donde la alabanza y lo encomiástico intentan desdibujar la realidad que vive el ciudadano día tras día. Pero hoy, a diferencia del siglo XVII, mejor comunicados, suenan irrisorios y hasta insultantes para los mexicanos; y no es que no exista mucho de lo bueno por decir como decía Balbuena: “¡Oh ciudad rica, pueblo sin segundo,/más lleno de tesoros y bellezas/ que de peces y arena el mar profundo!”. Eso es México y más, pero no olvidemos que detrás de esta bonita fachada nos heredan los gobiernos salientes un país carcomido por la miseria, la corrupción, la violencia, la impunidad,  su indiferencia ante miles de desaparecidos y muertos y todo lo demás de la realidad que no cabe en el discurso del autoelogio o el halago. Aún así, ¡viva México!

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