¡Mil gracias, MILENIO!

Para aprender el oficio de periodista acudí a decenas de conferencias de prensa, en las que detecté lo disímbolo que puede llegar a ser la información.

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En MILENIO me hice periodista. Antes me dedicaba a dar clases en la maestría en administración del ITAM, la cual también dirigí. Pero en el año 1999, mi amigo y hoy diputado perredista Vidal Llerenas —que pronto se casará— me alertó del nuevo periódico que habría de lanzarse, MILENIO Diario. Ambos buscamos escribir en lo que sería la sección económica o de negocios. Así empecé.

Lo que había en el periodismo sobre el tema no me gustaba nada, y como no iba yo a imitar a nadie, definí mi misión personal como un colaborador en el proceso de democratización de la información sobre la creación de riqueza. Inicié con un estilo algo académico.

Para aprender el oficio acudí a decenas de conferencias de prensa, en las que detecté lo disímbolo que puede llegar a ser la información que vierten los actores relevantes del mundo empresarial y económico y lo que los periodistas consideran la nota. Confieso que a la fecha me sigue causando estupor atestiguar que en la cotidianeidad, en este país, la nota es unívoca: la misma nota escuchas en todas las estaciones de radio o puedes llegar a leer en muchos periódicos. ¿Ángulos diversos? No. ¿Se ponen de acuerdo los reporteros?... La originalidad de ópticas es algo escaso.

No he fallado ni un día en publicar un Cubículo estratégico desde que inició. Ni en Viernes Santo, ni el 1 de enero, ni el 25 de diciembre. Nunca. Incluso, cuando me practicaron una cirugía ocular, lo dicté.

Estoy feliz de concluir este ciclo en MILENIO con la columna de hoy y evolucionar en mi carrera profesional. La vida es circular. En esta casa editorial he tenido maestros y aliados. De Carlos Marín aprendí más de lo que él quiere reconocer que me enseñó. Con Ciro tuve una relación sumamente profesional y del más vasto respeto, incluso en episodios polémicos. Eso siempre se agradece. Francisco González padre y Francisco González hijo fueron dos caballeros conmigo, siempre. Tengo todo que agradecerles.

Más de 13 años de escribir aquí me hacen refrendar el principio por el que me rijo: la riqueza se debe democratizar aún más y las oportunidades deben ser asequibles para todos. Que la meritocracia se afiance. ¡Mil gracias, MILENIO! ¡Nos estamos viendo! 

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