Destruyamos a la bestia

¿Cuántas veces escuchamos las palabras abrogar, derogar o cancelar la reforma educativa y su evaluación docente?

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Desde la campaña presidencial, ¿cuántas veces escuchamos las palabras abrogar, derogar o cancelar la reforma educativa y su evaluación docente? Sin embargo, unos maestros nunca entendieron lo mismo y a otros nunca les interesó el tema. Hoy se le califica como una mala reforma educativa, laboral, administrativa, parcial, impuesta, a la cual todos debemos acabar, como a la bestia de un cuento medieval. Muchos solo entienden lo que les conviene y unos más se dejan llevar por el linchamiento popular de la bestia.

Cuántos de ellos en realidad son sensatos y comprenden que la educación no puede quedar estática, sin adaptaciones a una sociedad cambiante; por el contrario, la educación se enfrenta a muchas transformaciones en las aulas, en las prácticas docentes, en la formación y actualización, en los contenidos y los métodos de trabajo, en sus responsabilidades. Desde luego que les afectan, pues todos los días sus secuelas se hacen presentes.

No se trata de matar a la reforma educativa, se trata de trascender, de construir un nuevo proceso, de mejorar la calidad de la educación.

No se puede cancelar algo que no se sabe muy bien qué es ni cómo opera; si bien la reforma de Peña Nieto se justificó y construyó con el supuesto de que los maestros eran los responsables de la baja calidad educativa, imponer un nuevo modelo de enseñanza implica en gran medida efectuar cambios constitucionales y en las leyes del Instituto Nacional de Evaluación Educativa, General del Servicio Profesional Docente, General de Educación sobre autonomía de gestión y participación social, el Censo, en las leyes hacendarias, la descentralización de la nómina, el FONE, la Normalidad Mínima, Escuelas al Centro, el Nuevo Modelo Educativo, los programas de estudio, la autonomía curricular, la reforma a las escuelas normales y todo lo que falte para tal fin. Ardua tarea para un legislativo plagado de compadres y amigos que no garantizan en nada un proyecto confiable.

Una nueva reforma requiere del trabajo conjunto de todos los actores sociales, un sindicato con líderes confrontados no ayuda, tampoco la naturaleza distinta de las clases sociales; la reforma no solo es la evaluación de desempeño, es todo aquello que tiene que ver con una nueva forma de educar, de sus prácticas, concepciones, actitudes, comportamientos, modos de analizar, reflexionar y de los mismos intereses de los alumnos.

 

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