Ni político ni económico

La solución al problema de Medio Oriente ha sido evasiva como ninguna otra.

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La solución al problema de Medio Oriente ha sido evasiva como ninguna otra. Toda la disputa gira en torno al diminuto Estado de Israel. Desde un inicio hubo encono para que los judíos ocuparan una tierra que era un páramo antes de su establecerse ahí en 1948. Se disputa la tierra no porque tenga valor histórico, que lo tiene. No por su riqueza petrolera, que no la tiene. Tampoco por su estratégica geografía. El problema no es económico ni político, sino espiritual, y forma parte del plan cósmico para la humanidad. En la antigüedad Israel debería haber sido ejemplo al mundo para atraerlo al Dios creador, quien le advirtió que, si se alejaba de los caminos que le fueron trazados, los judíos serían dispersados por el mundo sin encontrar paz en ningún lado al que fueran, pero al final de los tiempos regresarían a su tierra, y tras el intento unido de todas las naciones del mundo por eliminarlos, llegaría el momento en que disfrutarían de paz.

En su propia ley quedaron escritas estas profecías. Deuteronomio cuenta de la dispersión (4:27) y de la intranquilidad en que vivirían (28: 64,65) a causa de su desobediencia. Pero a través de los siglos los judíos mantuvieron la esperanza, pues tanto los profetas mayores como los menores les recordaban la promesa divina de que volverían a su tierra. La historia confirma con amplitud que los judíos vivieron en todo el mundo sin en realidad pertenecer en ningún lado, pues sin motivo alguno se les odió hasta la muerte. Hoy somos testigos de su regreso a su tierra de antaño, como lo profetizaron Isaías, Ezequiel, Jeremías, Oseas, Zacarías, Miqueas. Pero también atestiguamos la férrea oposición que enfrentan por el odio que prevalece y que les granjea enemigos, como se predijo. Es el cumplimiento de lo que se profetizó que les sucedería si se apartaban de los caminos que se les trazaron. Pero si ellos debían ser ejemplo para el resto del mundo, entonces podríamos deducir que el futuro de las naciones del mundo no es halagüeño por dos razones: Porque si Israel debería ser ejemplo, el resto de las naciones, al no ser mejores que Israel, sufrirán de calamidades peores. Y segundo, escrito está que quienes se levantaran contra Israel sufrirían venganza divina. La pregunta es: si parte de lo que está escrito se ha cumplido, ¿debemos suponer que el resto no se vaya a cumplir?

 

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