Aprendizaje basado en el cerebro

Es cada vez más común la frase “aprendizaje basado en el cerebro”.

|
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram

Es cada vez más común la frase “aprendizaje basado en el cerebro”. Se refiere específicamente a la tendencia educativa que busca aplicar los hallazgos de la neurociencia a lo que ocurre dentro de las aulas. No cabe duda que necesitamos entender muy bien lo que sucede en el cerebro cuando aprendemos y enseñamos. Este órgano es un tesoro potencial de información acerca de nuestra historia evolutiva, capacidades y limitaciones. Es claro que debemos aprovecharlo.

Sin embargo, es necesario hacer una advertencia. En algunos casos se pretende dar un giro de novedad a prácticas educativas archiconocidas, mediante la utilización de términos que resultan domingueros, como neurona, córtex o sinapsis. Esto ocasiona cierta desconfianza en muchos docentes que se han enfrentado a modas pedagógicas que no llevaron a ningún lado. Es natural cierto escepticismo defensivo sobre cualquier novedad educativa.

Un problema particularmente grave lo constituyen las propuestas neuro-educativas que entienden al cerebro como si fuera un órgano que viviera en el vacío solitario. Cuando se piensa así se puede suponer que es posible aplicar de inmediato y sin reserva a la realidad compleja del aula todo lo que se ha aprendido en experiencias de laboratorio, a veces con cerebros de animales muy diferentes a nosotros, como las ratas. Esto no es viable y hay que tener cuidado.

La verdad es que nuestros cerebros no están en el vacío ni están solos. Están hiperconectados de muchas formas: a nuestro cuerpo, a nuestro ambiente y, sobre todo, a los de las personas con quienes estamos en contacto cotidiano, formando una riquísima red social. Además, nuestros cerebros son quizá los más complejos del mundo animal. Aunque tienen mucho valor los hallazgos encontrados en otras especies resulta imprescindible ahondar más en el estudio de sujetos humanos.

Para poder aplicar las neurociencias educativas es necesario recalcar primero que no existe ningún sustituto para la sensatez e intuición de una docente dedicada, preparada y comprometida. Sin embargo, también es claro que si cada vez sabemos más acerca del sistema nervioso —en relación a nuestra capacidad para poner atención, recordar y aprender— debemos entonces poner en práctica ese conocimiento. No hay manera de que dejemos fuera de la situación educativa a los cerebros de nuestros aprendices.

Con la reserva debida, resultan muy apasionantes los avances científicos que han unido a la psicología social y la cognitiva con las neurociencias y la educación. Con el tiempo nos darán una idea más clara de por qué ciertas prácticas pedagógicas tienen éxito mientras que otras fracasan.

Lo más leído

skeleton





skeleton