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Vientos de democracia y alegría soplan en nuestro país. En un hecho histórico la izquierda mexicana representada hoy por el partido Morena gana las elecciones presidenciables de 2018. Contra viento y marea Andrés Manuel López Obrador en un tercer intento por dirigir el destino del país, por fin lo logró. Sin duda es el triunfo de los mexicanos que votaron por ese cambio tan anhelado. Es el castigo contra un gobierno que no entendió a sus gobernados. Es el resultado de una votación, al hartazgo de una población que ya no aguantaba más la pobreza, desigualdad, corrupción, impunidad, violencia, centralismo, cinismo y prepotencia, entre otras muchas más perversidades qué sucedían en nuestro territorio, que afortunadamente explotó civilizadamente en las urnas. Un sistema de gobierno qué acato el voto de cada uno de nosotros, algo que aún no podíamos creer que algún llegará a suceder, y por fin aconteció este triunfo tan claro, tan abrumador. Las encuestas nunca se equivocaron, el hartazgo fue aplastante. López Obrador será presidente de México y tendrá además a favor las cámaras legislativas.

Desde muy temprano parecía que las estrellas se iban alineando en favor del tabasqueño, quien fue el primero que se aprestó a votar en punto de las ocho de la mañana a favor de la activista Rosario Ibarra de Piedra, mostrando su humildad, seguido de un montaña de reporteros, fotógrafos y camarógrafos, que apenas lo dejaban caminar. Más tarde salió a votar José Antonio Meade por “Yo Mero”, con un rostro triste y una mirada cansada, con mucho menos comunicadores que AMLO. Y más tarde, sale el tercero de los candidatos, a votar Ricardo Anaya, por el mismo, con menos medios que Meade. No hare mención del cuarto candidato, pues fue una burla para la sociedad mexicana, su participación e inclusión al proceso.

Sin embargo es de reconocer la valentía de José Antonio Meade, salir sorpresivamente ante los medios de comunicación y antes de las veinte horas, reconocer que los sondeos y flujos de información de las elecciones presidenciables no le eran favorables y que reconocía el triunfo claro de López Obrador. Ese fue el gran momento, quien da a conocer el triunfo de su opositor, antes que el INE, y del mismo presidente Enrique Peña Nieto. Poco más tarde Ricardo Anaya se alineo.

Una verbena popular se convirtieron las calles de la Ciudad de México, un Zócalo a reventar al conocer el triunfo rapante de López Obrador, como hace mucho tiempo no habíamos visto los mexicanos expresar su emoción, seguramente algo muy parecido debió haber sucedido con el General Lázaro Cárdenas del Rio quizás el mejor presidente en la historia. La fiesta apenas empieza, el gran reto de Morena será cumplir sus promesas a la población, y aquí estaremos dando cuenta, si Dios nos presta vida, como siempre señala mi madre querida!

Finalmente, este humilde columnista y amigo de ustedes, agradece profundamente a los directivos de los medios de comunicación donde se publica la presente columna, qué nunca me censuraron mis textos, que siempre me respetaron mis ideas.

No hace falta decir más por hoy, solo me resta gritar: ¡Viva México!

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