Rufianes del dolor

Dijera mi abuela: “Hay que ser cochinos pero no trompudos"...

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Dijera mi abuela: “Hay que ser cochinos pero no trompudos”, y esto viene a colación ante la rapacidad de una compleja mafia de sinvergüenzas que opera desde las mismísimas entrañas del ayuntamiento capitalino. Justo ahí, desde la Secretaría General en manos de Miguel Can Bardales, rufianes han montado un negocio para lucrar con la muerte de cientos de othonenses.

Y es que el “Chino Bardales”  y Javier Bello Mendoza, director de la funeraria municipal, se han convertido en una mafia desalmada que estaría lucrando con la muerte y el dolor de cientos de familias chetumaleñas.

 Esta  cofradía de “chacales” o delincuentes de cuello blanco entregan servicios baratos, pera luego inflar los  costos funerarios con los que “apoya” el ayuntamiento a las familias de más escasos recursos.

La pandilla que opera desde las entrañas del malogrado ayuntamiento capitalino, maniobra sin misericordia, sin escrúpulo alguno, no importándoles el dolor de los deudos quienes ante su pecado de ser pobres entre los pobres, tienen que soportar el ser timados por estos delincuentes incrustados en la comuna.

Pero, ¿cómo opera esta cofradía de delincuentes? Cientos de familias de escasos recursos han acudido en los últimos años  al ayuntamiento para solicitar apoyo cuando no hay dinero para sufragar los gastos funerarios de algún familiar. Luego de dar decenas de vueltas, desde la secretaría general al mando de Miguel Can Bardales,  se entregan tarjetas con cargo al ayuntamiento, para dotar de un ataúd a los deudos. 

A los “beneficiarios” del apoyo se les manda a la funeraria municipal, a cargo de Javier Bellos Mendoza, quien al argumentar que no cuentan con los ataúdes, los vuelven a mandar a la funeraria “La económica”, cuyo propietario es ni más ni menos  que este mismo sujeto; es decir, se auto endosa las tarjetas a su funeraria, para una vez inflados los cargos mortuorios pasar los recibos a la comuna quien extiende los pagos, para después convertirlo en efectivo.

Por supuesto que la funeraria a la que son enviados de “económica” solo tiene el nombre, pues los recibos son inflados a discreción.

Aun cuando esta irregularidad es un delito, e infringen la ley de responsabilidades de los servidores públicos vigente en Quintan Roo, todo parece indicar que nadie  ha detectado a esta red de delincuentes que lucran con el dolor ajeno. Que lucran con la muerte de ciudadanos, convirtiéndolos en unos verdaderos sinvergüenzas.

Y es que Mientras para unos la muerte de un familiar representa una profunda tristeza, para otros esta fatídica circunstancia es la oportunidad para lucrar, estafar, y engañar a los deudos.

Aunado a lo anterior pocos saben que el 80% de las funerarias en México son 'patito', debido a que no cuentan con las medidas mínimas de seguridad e higiene para desempeñar su labor.

La mayoría de las funerarias  registran malos manejos de  los cuerpos, reutilización de ataúdes, incluso en los procesos de cremación a los familiares “se les puede dar cualquier cosa en lugar de las cenizas de su ser querido” debido a lo turbio de su actuar.

A lo anterior se suma la calidad de sus equipos: “Se han presentado situaciones penosísimas en las que las carrozas de estas empresas se descomponen a medio traslado, eso es lo peor, porque de por sí es un momento difícil y lo agravas para los deudos”.

Y es justo aquí, que nos preguntamos dónde están las autoridades de la Secretaría de Salud para vigilar a estos establecimientos de la  industria funeraria, quienes se deben de apegar a la normatividad vigente, que es la NOM 036 en materia de servicios funerarios.

El tema surgido en Sipse Noticias Radio primera emisión, ha destapado una nueva vertiente de los negocios mal habidos de este grupo de rufianes del dolor, y es otra mancha al tigre de la corrupción que ha establecido su guarida en el Ayuntamiento capitalino.

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