Tercer aniversario

Lo que empezó con una amable invitación a colaborar, es ahora la tribuna indicada para agradecer públicamente por formar parte de un espacio de opinión plural, respetuoso y propositivo.

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Me es grato compartir con todos ustedes el tercer aniversario de mi columna en Milenio Novedades, “Con tanto cuento”.  Lo que empezó con una amable invitación a colaborar,  es ahora la tribuna  indicada para  agradecer públicamente por formar parte de un espacio de opinión plural, respetuoso y propositivo, donde puedo manifestar libremente, sin cortapisas, mis pensamientos, ideas y puntos de vista. 

El amplio espectro de criterios, moralidades, educación, preferencias políticas y otros motivos meramente terrenales que conforman el universo por donde discurro, me ha enseñado que es vano intentar cubrir personalmente los amplios horizontes que demarcan el complejo devenir de México y Yucatán. En esta ardua tarea, el mejor ejemplo que tengo a mano para aprender del oficio literario, evitar la complacencia de pretender lo que no soy capaz y alejar la falsa impresión de  sentir vértigo por el hecho de estar trepado en un simple block, ha sido el vigoroso y amplio caudal, vertido en las interesantes opiniones y enseñanzas de los notables acompañantes que conforman el proyecto editorial  “El Poder de la pluma”.

En ocasiones, el azar me ha llevado a toparme con lectores que me identifican y saludan. Aprecio en todo lo que vale −hasta el día de hoy− ser obsequiado  con una actitud amable y una sonrisa que a todas luces se refleja cómplice de las ocurrencias  a las que soy dado a escribir.  El intercambio de ideas, consejos, propuestas de temas, y por encima de todo, la gentileza con la que estos ciudadanos disculpan mis omisiones por intentar ejercer el oficio de escritor,  son el mejor aliciente y alimento vital que soporta mi espíritu y retribuye holgadamente la importancia que me inspiran las personas que amablemente atienden mi columna dominical. 

Muchos de ellos podrán estar de acuerdo en que hace rato dejamos de chuparnos el dedo. México es el sentido fundamental que debe dar luz a nuestros pasos.  La razón de estructurar un país decente, solidario y responsable comienza con la exigencia cívica a cada uno de nosotros. Ya vendrán venideros a exigir cuentas de los asesinados y los corruptos. Por la mentira y la maldad. Del plácido transitar colectivo, que indolente consiente que la voraz águila continúe impune, devorando a la pobre serpiente, trepada en un nopal. 

¡Vaya biem!

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