Transición democrática fracasada

A más de 25 años desde la elección de Salinas, aunque la alternancia política ha permanecido, la democracia en nuestro país aún deja mucho qué desear pese a los avances legislativos y la autonomía de los órganos electorales.

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La elección presidencial de 1988 que llevó al poder a Carlos Salinas de Gortari y cuyo resultado fue seriamente cuestionado, sumada al liderazgo de sus contendientes, Cuauhtémoc Cárdenas y Manuel J. Cloutier, motivó una serie de acontecimientos que dieron como resultado el inicio de la transición democrática en México y permitió, por primera vez en 70 años, la alternancia política con la llegada de Vicente Fox Quezada a la Presidencia.

Han pasado más de 25 años desde la elección de Salinas y, aunque la alternancia política ha permanecido, la democracia en nuestro país aún deja mucho qué desear a pesar de los avances legislativos y la autonomía de los órganos electorales. Las técnicas de compra de voluntades se ha perfeccionado; la utilización de programas sociales con fines electorales está perfectamente planeada y ejecutada;  las estructuras territoriales electorales a cargo del erario se han multiplicado.

Los gobiernos hoy día destinan gran parte del presupuesto público para garantizar el triunfo en las próximas elecciones, sin importar sacrificar obras y servicios. Muchos programas oficiales son diseñados con criterio electoral en lugar de atender las necesidades reales de la población o invertir en obras que detonen el desarrollo. Las campañas electorales se han vuelto permanentes, sin importar el periodo legal de campaña.

El costo de las campañas se ha vuelto altísimo y se ha convertido en un círculo vicioso de invertir en campaña para recuperar en el poder y volver a invertir para el siguiente proceso. La ambición de mantenerse en el poder ha dejado a un lado el compromiso fundamental que tienen los gobernantes de trabajar para sacar al país del eterno subdesarrollo en el que nos encontramos, en donde millones de familias se encuentran en lamentables condiciones de pobreza.

La transición que comenzó hace más de 25 años se ha convertido en una democracia perversa donde ganar es el único objetivo, sin importar los medios utilizados. Una democracia que se mantiene a costa de sacrificar el desarrollo.

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