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Las elecciones transcurrieron como si fuera un tsunami (no un “surimi” como dijera Ninel “Poco Cheto” Conde), el cual arrasó a la población políticamente más desprotegida, en este caso al PRI-nosaurio y al PAN-ucho.

Y, sí, así fue. Los dos planos se vivieron. A nivel nacional, muchos –por no decir miles o millones- esperaban el triunfo de “Don Pejelovich” sobre un Pepe Meade, candidato del PRI y sus partiditos satélites, muy débil, posiblemente, el mejor preparado y, chance, el menos corrupto del sistema político mexicano, pero sin pegada de peso pesado.

El otro fulano, el mentado Ricardo Anaya, conocido para la posteridad como “Ricky Riquín Canallín”, muy buen orador, entrón, sarcástico pero “con larga cola para pisarle” y, dicen los más enterados, con facilidad para la corrupción. También bailó pegado el abanderado del PAN-PRD-Movimiento Ciudadano. En esta apuesta de coalición “Al Frente por México”, el blanquiazul salió muy perjudicado, internamente dividido y lleno de rencores; al PRD le fue peor: perdió su bastión principal, la Ciudad de México, con una candidata muy mala, Alejandra Barrales, mientras que MC ganó lo que pudo.

Jaime Rodríguez Calderón, “El Bronco”, fue un payaso más en la contienda presidencial y le puso su toque de pimienta al evento. Se va con sus muy buenos centavos ganados como pago a su lambisconería política.

Pero nadie midió el tsunami que representó Andrés Manuel López Obrador y que arrasó con el 53% de la votación total por la silla ejecutiva. Ese “vendaval” le pegó a propios y extraños y, sobre todo, se reflejó en varias entidades, una de ellas Veracruz, ese “rinconcito de patria que sabe sufrir y cantar…”. Allí, gracias a la corrupción del ex mandatario Javier Duarte de Ochoa, el partido Morena alcanzó la gubernatura. Qué decir de la capital del país, donde Claudia Sheinbaum, una de las preferidas del “Peje”, les pasó por encima a la insípida perredista Alejandra Barrales y al “santurrón” priista Mikel Arreola.

En fin, con estas elecciones, en el plano nacional el PRI quedó como tercera fuerza, muy lastimado, mientras que el PAN se queda en segundo sitio, pero sumamente dividido; el PRD entra en agonía con riesgo de paro cardiaco fulminante. Le urgen pastillas anti-PAN-uchonas.

PRIMERA CAIDA.- Quedó demostrado que cuando hay una masiva votación como el domingo, el tricolor pierde de cabo a rabo, en otras palabras, “ni sus pelos pudo ver”.

SEGUNDA CAIDA.- Les guste o no, López Obrador se convirtió en el virtual presidente electo. ¿Qué hizo para ganar? Sepa Dios, pero las masas votaron por él, hartas de tanto PRI y PAN bastante malitos.

TERCERA CAIDA.- ¿Qué sucedió en Yucatán? Lo escribiremos en la siguiente columna.

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