Un año de elecciones /II

La meta de más de un millón de votos puede significar que al menos cuatro partidos pierdan registro, especialmente en el umbral de la izquierda, que compiten por la misma clientela.

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Michoacán y Guerrero adquieren el mayor relieve en 2015; el objetivo es que las elecciones transcurran en normalidad. El pasado viernes en Michoacán se esperaba que el PRI definiera candidato de unidad; situación que no se concretó y que deja incierta las condiciones sobre las que la dirigencia nacional del tricolor resolvería la supuesta unidad. En Guerrero la amenaza la representan la Ceteg y otros grupos radicales. Al igual que en Michoacán, los gobernadores defenestrados Ángel Aguirre y Fausto Vallejo y sus grupos continúan con influencia y en uno y otro sentido serán factor al momento de la elección.

La estrategia obligada de los partidos es ganar competitividad en las elecciones locales y así incrementar el porcentaje de votos en la elección de diputados federales. De esta forma partidos pequeños con frágil posicionamiento nacional y con candidatos competitivos en el nivel local ejecutivo (presidentes municipales, delegados y gobernadores) pueden alcanzar el necesario 3 por ciento de los votos, aproximadamente un millón 200 mil. Para el PRI el objetivo es tener buenos candidatos en el nivel local para así lograr un porcentaje de votos que le aproxime a 42.2% de los sufragios, necesario para alcanzar la mayoría absoluta. Lo probable es que obtenga más de 160 triunfos distritales, pero, por las circunstancias y la fragmentación del voto por la concurrencia de 10 partidos, es muy difícil que supere 39% de los votos, incluso podría ser inferior a su mínimo histórico en elección intermedia, que fue de 37% en 2003.

La contienda es de cargos, pero éstos se construyen en el territorio. Concurren dos objetivos: incrementar la presencia en la Cámara de Diputados y obtener el mayor número de triunfos en elecciones locales. Para lo primero hay que privilegiar lo segundo. La claridad estratégica resultará al determinar las fortalezas y debilidades en las principales entidades con elecciones concurrentes y, particularmente, las que concentran mayor población. De las nueve entidades con mayor número de electores, ocho tendrán elección local concurrente (Nuevo León y Michoacán con elección de gobernador), estas ocho suman la mitad del padrón nacional. Estado de México, Distrito Federal, Jalisco y Puebla concentran poco más de la tercera parte de todos los electores, ninguna tendrá elección de gobernador, pero sí elegirán ayuntamientos o delegados.

Los estudios de intención de voto sobre la integración de la Cámara de Diputados tienen poca validez como prospectiva, de la misma forma que hacer encuestas sin incluir la fórmula de los contendientes, especialmente para cargos ejecutivos. Será muy importante que los partidos sean competitivos en dicho nivel. Un ejemplo de lo anterior es lo que ocurrió en Jalisco en 2012, donde un candidato claramente competitivo, Enrique Alfaro, postulado por Movimiento Ciudadano estuvo muy próximo a ganar la gubernatura, superando por mucho al candidato del partido en el gobierno, Fernando Guzmán.

Las reglas aplicables a los partidos, cruciales para los pequeños, cambiaron en dos aspectos fundamentales: primero, es el resultado electoral el que define su posición y ya no el convenio de coalición. Por eso la boleta contiene los emblemas de todos los partidos, aunque existan coaliciones. Segundo, se requiere obtener 3% de los votos para mantener registro. Esto significa que los partidos pequeños estarán a la caza de los candidatos competitivos que no sean postulados por los tres principales partidos; el filibusterismo estará presente, más allá de las intenciones de los partidos grandes y de las previsiones legales en la materia. Aunque hay partidos con mayor cohesión política y base social, la meta de más de un millón de votos puede significar que al menos cuatro partidos pierdan registro, especialmente en el umbral de la izquierda, en la que PRD, Morena, PT y Movimiento Ciudadano compiten por la misma clientela. El PVEM ha jugado bien el espacio de la comunicación, Nueva Alianza y Encuentro Social requerirán trasladar en votos la base social que los sustenta.

El cambio en las reglas podría modificar o atenuar la condición bipartidista que caracteriza a la mayoría de las entidades. Asimismo, la circunstancia de que sea el PAN el partido menos golpeado por las crisis recientes ofrece condiciones inéditas que podrían matizar esta tendencia bipartidista, además de tener resultados inesperados en el Distrito Federal y Estado de México, asunto que dependerá de sus candidatos. De los estados con elección de gobernador Baja California Sur, Nuevo León, Querétaro, Colima, Sonora y San Luis Potosí perfilan una contienda entre el PRI/PVEM y el PAN. En Guerrero entre PRD y PRI. En Campeche Morena con Layda Sansores podría dar la sorpresa de superar al PAN, aunque quedaría abajo si el candidato del PRI es Alejandro Moreno. En Michoacán, como sucedió hace cuatro años, podría repetirse una competencia de tres.

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