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Agnotología, palabra apenas descubierta por mí; sin haberla visto antes me interesé en entender su significado, es un vocablo muy recientemente acuñado, proviene del griego agnosis o no conocimiento y logía que es estudio: es “estudio de la ignorancia o duda”.

En realidad la agnotología está dedicada al estudio de los actos conscientes realizados para sembrar la confusión y la duda, generalmente con la intención de vender un producto o conseguir una acción favorable a nuestras intenciones; así es como el vil acto de embaucar y mentir a los consumidores, o sea a todos nosotros, ha alcanzado el dudoso honor de convertirse en una ciencia.

Robert Proctor, investigador de la Universidad de Stanford, asegura que en las sociedades actuales la ignorancia es fuente de poder y la agnotología busca deliberadamente la creación de ignorancia para satisfacer los intereses de compañías como las tabacaleras, interesadas en sembrar dudas con respecto a los efectos de sus productos en la salud humana.

No menos útil es para los políticos de muy diverso tipo regados generosamente por la faz de la tierra, especialmente cuando para sus fines requieren la manipulación de la sociedad. Esta nueva “ciencia” es también utilizada por todas aquellas personas e instituciones empeñadas en negar la existencia del cambio climático y sus consecuencias.

Interesante vulgarización de la ciencia, de lo positivo y de lo deseable en nuestras sociedades, elevando al rango de saber científico la obscura tendencia a mentir con el fin de lograr nuestros intereses. Aunque no deja de ser absolutamente condenable el hecho sistematizar un procedimiento con el afán exclusivo de embaucar para hacernos consumir, todo esto llega ya un poco tarde; los seres humanos tenemos ya siglos de interesante práctica de tan nefasta actividad y aún la ejercemos a diario y con total impudicia.

Es verdad que hay más gente buena que mala en este mundo, pero no es posible negar la existencia de aquellos que tan contentos utilizan las artes de la nueva ciencia de la agnotología; a ellos les convendría, sin embargo, recordar aquello de “la verdad os hará libres”.

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