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Un tropo es una figura retórica y literaria que cambia una palabra por otra cuyo sentido es figurado. Por ello, no sorprende que la obra Cronotropo esté plagada de referencias astronómicas y científicas, pues el texto de Laura Jiménez Abud aborda de manera lírica y metafórica la relación espacio-tiempo para contarnos una historia de amor y desencuentros funestos en el marco de la 39 Muestra Nacional de Teatro en CDMX.

Pedro (Carlos Ariosto), un hombre solitario, y Luis (Ulises Soto), un chichifo, se conocen 15 minutos antes de las 8, la hora marcada para relatarnos una cita que desemboca en exploraciones poéticas del ser como individuo y su dependencia del otro, y cómo ambos, al igual que un buen corte, fusionan carne y grasa. Esta es la propuesta de la compañía Telar Teatro (Chiapas), bajo la dirección de Darwin Castillo.

Por escenografía tienen dos taburetes, una mesita de madera, un refrigerador (todos en rojo) y un cuadro de un infante en llamas. El escenario y sus paredes están recubiertas por una lona plástica de color blanco. La atmósfera aséptica, casi quirúrgica. La obra es musicalizada en vivo por Guillermo Ruiz Long, que con una guitarra y pedales entrega composiciones de música espacial, sutil y abstracta.

Establecen un símil entre la lujuria y la carne, una metáfora tan obvia como la manzana que Luis devora con fruición, donde la reflexión en torno al pecado se vuelve otro lugar tan común como la puesta en escena, que resulta ingenua y predecible. Este tete a tete carece de ritmo; las actuaciones de tan contenidas acaban por volverse monótonas, ya que no exudan lujuria, pasión ni química sobre el escenario.

Algo hay de impostado en la anécdota que, a diferencia de la nota roja, no impacta, tampoco sorprende y mucho menos emociona. Los estímulos sensoriales, como el olor de la carne que se fríe en una sartén entre luces azules y púrpuras, no logran enlazarse con una trama donde la antropofagia representa el culmen de la relación amorosa: la necesidad de un ser encarnado en otro.

Cronotropo es la obra ganadora en la Muestra Regional de Teatro de la zona sur, pero de ninguna manera representa a la región, pues carece de identidad y se limita a reproducir modelos importados, aunque se agradece su brevedad: 40 minutos que se tornan como la cuarta dimensión: infinita e insondable…

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