Los pequeños abusos

Una parte importante de esos malestares en el país deriva del mal funcionamiento de las instituciones públicas.

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El costumbrismo sub-realista de nuestro país incluye un amplio repertorio de pequeños agravios, de cuchillitos de palo que continuamente obstruyen lo que debería ser la normalidad de la vida. El vecino que se estaciona en la esquina y tapa la visibilidad al cruzar, el patán que ocupa dos carriles, el taquero que deja pudrir su basura en la calle, el patrón que no llegó al banco y paga mañana, etc. Una parte importante de esos malestares deriva del mal funcionamiento de las instituciones públicas.

Hace algunos años, al tramitar una cédula profesional, una burócrata rechazó mi credencial para votar como identificación porque mi nombre no llevaba el guión. Al acudir al módulo del IFE a pedir su corrección se me dio la universalmente inapelable respuesta: el sistema no lo admite. Salí con una nueva credencial, sin guión. La dictadura del “sistema” se impuso de igual manera en el trámite de mi pasaporte y de mi licencia de manejo. Este miércoles acudí nuevamente al módulo del ahora INE a tramitar una reposición. Como por definición no tengo credencial de elector, llevé mi pasaporte como identificación.

No me fue aceptado “porque le falta el guión”. Tras intentar argumentar con los dos malencarados que de mala gana respondían mis objeciones, una de ellos sentenció: “Se trata de otra persona”. Que la foto fuera la mía, que tuviera los datos iguales, que hasta hace poco tampoco el INE pusiera guiones o que el pasaporte fuera identificación oficial fueron argumentos que no les hicieron mella. Vamos, si hubiera yo llegado con una credencial para votar vieja me hubieran dicho que se trataba de otra persona.

Si bien en este caso el problema se resolvió muy rápido, al hablar con funcionarios de mayor capacidad de decisión y más sensatos, no puedo dejar de observar el fastidioso pequeño abuso que millones de ciudadanos enfrentan en un INE que se lleva, pero no se aguanta. Durante décadas ningún signo fuera del alfabeto inglés aparecía en las credenciales. Ni guiones, ni diéresis, ni eñes, ni acentos.

El INE, por deficiencias técnicas superadas por cualquier teléfono celular, simplemente ponía la escritura más aproximada a la ortografía de los nombres. Y hoy lo sigue haciendo: ningún acento aparece en los nombres. De esta forma, los Pérez y los Rodríguez aparecen como Perez y Rodriguez, los que de acuerdo con la fulanita del módulo serían otras personas.

Para modificar esta situación, estoy a punto de convencer a un par de Rodríguez de que demanden para que en su credencial lleve el acento. También ando en busca de algún Güemes, para la diéresis. Ahora le tocará al INE aguantarse, por llevado, y cambiar su dictatorial “sistema”.

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