Policía 'guadalupano' y sus vivencias paranormales en carreteras de Yucatán

El agente detalla tres experiencias sobrenaturales que vivió en carne propia antes de entrar a la fuerza policial.

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Un ser fantasmal acompañó a un joven corredor durante un recorrido guadalupano. (Jorge Moreno/SIPSE)
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Jorge Moreno/SIPSE
MÉRIDA, Yuc.- Hace un par de meses platiqué con un policía del retén ubicado en el Periférico oriente (carretera Mérida-Cancún) y quien “sólo” en tres ocasiones ha vivido en carne propia experiencias paranormales; casualmente todas ellas antes de que entrara a laborar como policía.

“Cuando era chavo, en al menos cinco años consecutivos fuimos a correr como antorchistas guadalupanos mi familia y amigos. Yo vengo de una familia numerosa, mi papá tiene 12 hermanos y somos como 20 primos, por lo que a la hora de ir a correr lo hacemos en camaradería y con mucha fe y vaya que ocurren cosas de fantasmas.

“Lo primero que viví fue que mientras corríamos en la carretera (1997), estábamos más o menos a la altura de Seyé rumbo a Kantunil, yo dormitaba en una camioneta, cuando me tocó turno para el relevo; entonces, mi primo me despertó y empecé a correr aún medio adormilado.

“Unos minutos después sentí que había alguien junto a mí y pensé que era uno de mis tíos que siempre nos cuidaba y se acercaba para que no estuviéramos solos, pero la verdad, como todavía tenía sueño no volteé a ver, pero sí de reojo sabía que estaba junto a mí; hasta su sombra veía.

“Hice dos o tres comentarios, pero no me respondió nada. Pensé que a lo mejor por la seriedad de lo que hacíamos no quería platicar, pero en eso volteé a verlo ¡y no hay nadie!

“Empecé a correr más lento y hasta me detuve, y no había nadie ni detrás ni delante de mí, ni a mis costados. Esperé a que se me acercara la camioneta, la cual iba a unos 30 metros detrás de mí y les dije lo que había visto, pensando aún ingenuamente que me estaban haciendo una broma, pero conté uno a uno a todos y eran 18, conmigo 19, es decir, estábamos completos.

Nadie le creyó

“Le dije al que iba manejando si no había visto a esa persona junto a mí, pero me comentó que no, que no había notado nada extraño, pero yo puedo jurar que alguien estaba junto a mí; en ese entonces yo tenía 19 años de edad y por desgracia, como era muy bromista nadie me creyó, pensaban que sólo lo dije para darles miedo.

“Esta experiencia me traumó tanto que un año después yo me negaba a participar, pero al final de cuentas acepté ir, era el mismo grupo de amigos y mis primos y tíos. En esa ocasión decidimos ir a Sisal y ahí, mientras estábamos en la camioneta, vimos a un pequeño ser que pasó corriendo como cruzando la calle.

“Ahí sí nos tuvieron que creer porque lo vimos como cinco personas, creo era un alux; tenía como unos 80 centímetros de altura cuando mucho y cuando lo afocamos con la lámpara (estaba a unos diez metros de distancia) vieron claramente su rostro, el cual asemejaba a una persona muy anciana, como de 90 o más años.

“Esto ocurrió como tres kilómetros antes de llegar a Hunucmá y vaya que a todos nos dio miedo cuando pasó esto.

"Por si esto fuera poco, al año siguiente nos fuimos a correr de Mérida hacia Halachó, y mientras estábamos en la carretera federal a Campeche (a la altura de Kopomá) escuchamos un lamento muy feo, que se oyó en toda la carretera, como un lamento de una mujer, pero se escuchaba raro, aparte de lo fuerte, como si fuera de otro mundo.

“Unos decían que era 'La llorona' o un alma en pena, pero claro, no faltó un escéptico que dijera que a lo mejor era el grito de una persona de carne y hueso, que a lo mejor estaba herida o enferma, pero sea una cosa u otra la verdad es que a todos nos dio miedo.

“Después de eso, en los dos siguientes años también nos fuimos a correr pero ya no nos pasó nada raro, iba a ser el colmo que ocurrieran tres años seguidos de experiencias extrañas”, finalizó.

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