"Independencia"

Las elecciones de 2018 son de gran importancia para el futuro de México al presentarse como la pugna entre dos proyectos de gobierno.

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Cada vez que celebramos un aniversario más del Grito de Dolores, conforme la liturgia republicana que nos hemos dado para festejar lo que hemos consagrado como el principio de nuestra guerra de independencia, pienso que vale la pena reflexionar sobre el grado de emancipación que hemos alcanzado como nación, lo mismo que sobre nuestras carencias.

Aunque estemos de acuerdo en que no hemos alcanzado plenamente los objetivos que se trazaron los próceres de la nación para establecer una sociedad igualitaria, justa y equitativa, también es cierto que los conceptos de independencia y justicia social, entendida como Morelos: “Atemperar las diferencias entre la opulencia y la miseria”, han sufrido transformaciones a través de estos 207 años del largo camino recorrido en busca de un mejor destino.

Porque, una vez que conseguimos sacudirnos de la condición colonial, dependiente de la Corona española, hemos comprendido que las formas de dependencia se han vuelto cada vez más sofisticadas y sutiles y que nuestra desventaja ha dependido, más que de la fuerza militar, de los términos del intercambio mercantil, así como de las condiciones que exige el capital financiero para invertir o no en nuestros países, con sus repercusiones en desarrollo o estancamiento, empleo y pobreza.

Los controles establecidos a través de los organismos como el FMI y el BM y las “calificadoras internacionales”, para que los gobiernos puedan acceder al financiamiento, han logrado que, salvo las potencias que escapan a ese control, pueda establecerse un sistema económico homogéneo en todo el mundo, cuyas reglas deben ser observadas incluso por los países de lo que queda del bloque socialista, como la pequeña Cuba y la gran China.

Así hemos pasado de una economía cerrada, con alta participación del Estado en la actividad productiva, a una abierta, donde el principal objetivo del Estado, en el terreno económico, consiste en otorgar incentivos para atraer la inversión internacional.

A la par, las naciones han avanzado en el establecimiento de sistemas electorales de carácter democrático, conforme a determinadas reglas que, no obstante las limitaciones impuestas a los gobiernos en relación con su función económica, le otorgan al voto de la población la posibilidad de elegir el tipo de gobierno que prefieren.

Las elecciones de 2018 son de gran importancia para el futuro de México al presentarse como la pugna entre dos proyectos de gobierno: uno que aspira al retorno al pasado con un Estado tutelar y proteccionista y otro que insiste en llevar al cabo las modificaciones necesarias para incrementar nuestra competitividad en el mundo globalizado. Me gusta pensar que la decisión es nuestra.

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