Agencias
MÉRIDA, Yuc.- Campesinos mayas y el Centro de Investigación Científica de Yucatán (CICY) anunciaron este martes una alianza para el rescate y conservación de especies alimenticias que se cultivan en la milpa de la península de Yucatán.

Variedades de maíz, así como de frijol, calabaza, jícama, ibes y ajonjolí provenientes de la comunidad de Xoy, en el municipio sureño de Peto, forman desde este martes parte del Banco de Germoplasma del CICY.

La elección de la comunidad de Xoy para integrar esa alianza, la primera de su tipo entre una comunidad y un centro de investigación regional, se debe a que los campesinos de esa localidad han sido por generaciones mejoradores natos de semillas, incluso una variedad de maíz lleva su nombre, indicó Javier Orlando Mijangos Cortés.

El especialista de la Unidad de Recursos Naturales del CICY, señaló que el objeto de conservar esas especies surge por la necesidad de cuidar los recursos genéticos, así como evitar que se pierdan, pues en el último medio siglo se ha desplazado al 80 por ciento de variedades tradicionales o criollas, por introducción de otras mejoradas.

Con esa alianza, informa Notimex, los productores de Xoy buscan la conservación de las variedades locales de maíz Nal xoy, Nal tel, X´Nuk nal –blanco y amarillo, los de mayor utilización en la alimentación de la población- Xmejen nal, Ek ju´ub y Uxmal.

A esas especies se suman semillas de cultivos asociados al maíz como son frijol chino (negro y rojo), ajonjolí o sikli pus, ibes (una especie parecida al frijol, sea de color rojo o blanco), frijol tsama, pepita menuda y jícama.

El especialista recordó que hay tres variedades de maíz como son el X´Nuc Nal, Dzit Bacal y Nal Tel, esta última en riesgo de desaparecer, entre otras razones porque existe un abandono de la milpa maya y cuando se cultiva la milpa, la cantidad es reducida y menos diversa.

Variedades adaptadas a la región

No podemos decir que son variedades endémicas, aunque “si están bien adaptadas al clima y las condiciones ambientales de la región”.

“Si alguna de esas variedades la llevamos a Tabasco, se pudre la raíz por el exceso de agua y si la llevamos al centro, de seguro crecerá, dará grano, pero será muy poca la productividad”, anotó.

El convenio obliga al CICY, además de resguardar la semilla, a realizar tareas de conservación, sobre todo entre los jóvenes con talleres, cursos, manejo de cultivo, detección y tratamiento de plagas.

Además, el CICY trabajará en la clonación y mezcla de razas, in situ, aprovechando los conocimientos de los campesinos mayas en la conservación y propagación de este maíz peninsular.

Para la directora de Vinculación del CICY, Patricia Ocampo Thomason, se encuentra en una fase “crítica” la pérdida del campo”, no solo de la milpa sino de muchas plantas del monte local a causa de una inadecuada intervención del hombre.

Ese tipo de acciones, apuntó, “no sólo ayuda a mejorar la seguridad alimentaria, sino también buscamos que la milpa sea rentables y los jóvenes vinculados al campo se queden en sus comunidad y no tengan que migrar porque es muy pobre la producción de sus tierras”.