Dan alas a niñas víctimas de violencia para Volar de nuevo

Casa Crisal, proyecto de María Jesús Ocaña Dorantes, ofrece refugio y acompañamiento físico, psicológico y legal a jovencitas en esa situación.

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“Cuando entra una jovencita deja de ser una víctima, se le empodera para que se consideren como sobrevivientes”, aseguró María Jesús Ocaña Dorantes. (Jorge Acosta/Milenio Novedades)
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Cecilia Ricárdez/SIPSE
MÉRIDA, Yuc.- “Volar de nuevo” es el lema y corazón de la causa de Casa Crisal, la primera institución de su tipo en América Latina especializada en la atención a niñas víctimas de violencia sexual, con un modelo integral que contemplan desde el refugio y el acompañamiento físico, psicológico y legal para que la jovencita se empodere, deje de ser víctima y pueda “volar de nuevo” para reconstruir su vida.

Esta organización es la obra y proyecto de vida de María Jesús Ocaña Dorantes, abogada y promotora del reconocimiento de los derechos de niños, niñas y adolescentes y grupos vulnerables.  

Con una experiencia de más de 20 años en materia legal, educativa y humanista, además encabeza la institución Punto de Partida que ofrece cursos de desarrollo humano. 

Su labor complementada con el apoyo de la sociedad y autoridades ha generado un beneficio a las más 100 niñas atendidas, con un efecto expansivo y a largo plazo, porque el cambio en sus vidas es definitivo.

Del abandono nació una causa

Su profesión de abogada la llevó por el camino de la educación, el servicio en un despacho e incluso en la función pública en la Procuraduría de la Defensa del Menor y la Familia, es allí durante su periodo como representante en el municipio de Motul donde se encuentra con un caso de abandono que la marcó para siempre.

“Los policías municipales me llamaron para notificarme que tenía que ir a recoger a unos niños. Nunca me dijeron quiénes eran. Cuando llegué vi que eran dos recién nacidos que habían tirado en la carretera, uno de ellos rodó al monte y el otro murió. Lo rescatamos y lo traje a Mérida. Ha sido el viaje más largo que he tenido y el más angustiante. Luego contacté a la entonces Procuraduría y Casa Cuna, ahora Caimede, pudimos hacer el vínculo, el bebé vivió y fue adoptado”, recordó y siguió su narración.

“Eso provocó en mí la necesidad de saber quién había hecho eso, con la investigación di con la persona: una adolescente de 14 años que había sido violada por su patrón y su mamá la llevó a abortar al monte. Ese fue mi primer encuentro con la realidad que viven muchas jovencitas víctimas de violencia sexual. Me di cuenta que no se les reconoce que son adolescentes y no tienen consciencia de lo que están haciendo, no había un espacio para protegerlas, ya que en lo que era el Caimede la edad límite era 12 años, no tenían cabida y las mandaban al psiquiátrico o el Centro para Menores Infractores”, abundó.

Con esa realidad que le explotó en la cara de un momento a otro, decidió que tenía que actuar y que todo lo que había aprendido y lo que sumara en conocimiento y experiencias sería para r consolidar un modelo de atención para las adolescentes, con el fin de resolver lo que faltaba.

“El objetivo era rescatar a las jóvenes para romper el círculo de violencia de donde vienen y ellas mismas ofrezcan la oportunidad de una vida libre de violencia  para sí mismas, las familias a las que vayan y las que formen”, apuntó.

Con esa historia y propósito al futuro, fundó Casa Crisal luego de un peregrinar con autoridades, porque ninguno reconocía la necesidad, hasta que la abogada Celia Rivas, entonces Procuradora de la Defensa del Menor y la Familia, aceptó que existía el problema y apoyó en dar respaldo legal para que se les canalizaran las adolescentes violentadas con el fin de tener la custodia de las mismas y trabajar con ellas, porque la Red Nacional de Refugio sólo trabaja con adultas. 

Una aportación nacional e internacional porque no existe este modelo en México y en Latinoamérica, ya que es un trabajo coordinado entre estado (DIF, Prodemefa y Fiscalía General del Estado) y la institución. 

La crisálida en mariposa 

El nombre de la Casa Crisal es derivado de la palabra crisálida, fase de desarrollo posterior a la forma de larva y anterior a la forma adulta, entre los que experimentan metamorfosis completa para ser una mariposa y emprender el vuelo.
Esta analogía define el trabajo que realizan en la institución, al transformar a una menor violentada en un adolescente capaz de “volar de nuevo”.

“La víctima rompe el círculo de violencia hasta que así lo decide, porque aunque no esté cerca del agresor, ella le puede dar poder desde lejos. Al romper ese círculo, se da la oportunidad de encontrarse como ser humano y hacer su propio proyecto de vida. Eso es Casa Crisal, recibimos a las jovencitas, recuperamos a la adolescente y la reinsertarmos a la sociedad con una red familiar y Prodemefa cierra ese ciclo”, abundó.

Desde su fundación, el lugar ha atendido 101 menores, la atención depende de la casa en la que realicen las labores, ya que cambiaban de domicilio por cuestiones de seguridad. Actualmente avanzan en el proyecto de construcción de un edificio con capacidad para 20 jovencitas y el cual estará custodiado. El proceso de atención dura hasta dos años. 

“Cuando entra deja de ser una víctima, se le empodera para que se consideren como sobrevivientes”, añadió.

Enriquece su propia historia

María Jesús Ocaña cuenta que su primer contacto con la violencia fue en casa, por lo que no le resultó difícil entender lo que una adolescente vive.

“Mi mayor reconocimiento ha sido descubrir que soy una sobreviviente de violencia, y eso me hizo ver con otros ojos a mi esposo y a mis hijos. Mi trabajo me apasiona, pero hice un pacto con mi esposo de trabajar 10 años y luego volver al despacho y continuar con un proyecto personal, el Centro Punto de partida. Ahora estoy reestructurando Casa Crisal, para volar de nuevo y desde lejos seguir apoyando”, concluyó con una sonrisa plena. 

Perfil y trayectoria

  • Nació el 10 de julio.
  • Es Licenciada en Derecho y tiene especialización en Docencia en la Facultad de Educación de la Universidad Autónoma de Yucatán (Uady) y la Maestría en Educación en la Escuela Normal Superior de Yucatán. 
  • Tiene Maestría en Couching y desarrollo humano.
  • Maestría en intervención de violencia.Fue subdirectora de la Licenciatura de Derecho de la Universidad Mesoamericana de San Agustín (UMSA).
  • Formó parte de la Procuraduría de la Defensa del Menor y la Familia (Prodemefa).
  • Propuso el programa de Derechos Humanos a nivel licenciatura, el cual casi todas las escuelas en Derecho ya aplican.
  • Debido a su labor destacada fue considerada entre los aspirantes para presidir la Comisión de Derechos Humanos del Estado de Yucatán (Codhey).
  • Fundó el Centro de Desarrollo Humano “Punto de Partida”.

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