Cambió el tutú por la pediatría

La doctora Gabriela Bastarrachea ha encabezado diversos proyectos con la claridad de su misión en la vida y el deseo de aportar a la sociedad.

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La doctora mujer de ciencia y de fe ha encomendado su trabajo a la providencia, gracias a los valores inculcados por su madre, Justina Sosa Romero. (Milenio Novedades)
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Cecilia Ricárdez/SIPSE
MÉRIDA, Yuc.- Guiada por el amor a su profesión, a la familia y la fe en Dios, inculcados por su madre, la doctora Gabriela Bastarrachea se ha desempeñado con una visión amplia de la salud, buscando el impacto en la sociedad, primero a través de los menores, seguido por los padres y posteriormente la familia completa. 

Con la claridad de su misión en la vida y el deseo de aportar, ha encabezado diversos proyectos, ya que fundó la Clínica de Atención Integral a la Adolescencia y a la Violencia Familiar del Hospital O’Horán, en el sector público, y el Centro de Atención Médica y Psicología para los Adolescentes “Adolescentro”, en su consultorio privado.

De bailarina a doctora

Gabriela se formó como bailarina de ballet en su época temprana. Disfrutaba este arte y a pesar de comenzar su carrera en la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Yucatán, lo combinaba con su pasión por el baile. En las mañanas estudiaba la licenciatura y en la tarde daba clases de ballet. Esta dinámica que equilibró su formación tuvo que cambiarla para continuar con su especialidad en pediatría, en la Ciudad de México, donde trabajó en el hospital infantil.

“Siempre me gustó la pediatría, y cuando tenía guardias, si me tocaban adultos, pedía cambiarlos por pediatría”, recordó.

Luego de otro cambio de código postal, ahora a Villahermosa, Tabasco, y con una familia creciente por sus tres hijos, de nuevo se establece en Mérida.

Siempre conjugó su vida profesional con su carrera y logró formar a sus retoños, hoy tres adultos profesionales en diferentes áreas, que la hacen sentir igual de orgullosa.

“Cuando eran pequeños hice un break, me tomé un tiempo para dedicarme absolutamente a ellos. Estas pausas son necesarias, consolidan la autoestima de los hijos y te enriquece como madre y profesional”, expresó.  

Labrando el camino a favor de los niñas, niños adolescente y la familia.

En Mérida, durante ocho años estuvo a cargo del área de pediatría del Centro de Atención Integral del Menor en Desamparo (Caimede), allí realizó estudios sobre maltrato a infantes y solicitó un diplomado en medicina adolescente al ser una necesidad por las valoraciones ginecológicas de las niñas que eran víctimas de violación.

“Trabajé el proyecto del niño institucionalizado para saber qué deberían de tener los  infantes para integrarse a la sociedad, la importancia de que tuvieran escolaridad, se logró, ahora se les reconoce sus estudios por la SEP y tienen apoyo psiquiátrico”, apuntó.

Luego de esta experiencia, inició una nueva etapa, ahora en el Hospital O’Horán, donde empezó a tener consultas para su proyecto de lo que en la actualidad es la Clínica de Atención Integral a la Adolescencia y a la Violencia Familiar, el cual surgió en el 2001, en un momento donde la base de la pirámide poblacional estaba en los adolescentes.

Con la misión de darle una atención integral, gestionó la iniciativa con el departamento de pediatría, con el director del centro médico y en una primera etapa arrancaron los trabajos con el tema de adolescente embarazada.

“Luego de la atención a jóvenes embarazadas, en el 2006 se inauguró el módulo y se contempló atención adolescente y a las mujeres que sufren violencia familiar ”, abundó.

Filosofía de vida, bajo la bendición de Dios

“Me encanta mi trabajo y el equipo que tengo es excelente, es el más completo, es el único módulo con psicólogo, trabajadora social y enfermera. Siempre he tenido el apoyo incondicional de mi esposo, Dr. Manuel Antonio Baeza Bacab, quien me ha impulsado para seguir trabajando, porque lo importante no es ganar tanto dinero, porque lo que hacemos en el hospital es ayudar a la gente más vulnerable”, señaló.

La doctora mujer de ciencia y de fe ha encomendado su trabajo a la providencia, gracias a los valores inculcados por su madre, Justina Sosa Romero (q.e.p.d.), quien siempre la inspiró a no desfallecer.

“Dios me ha alentado mucho, yo siempre he pensado que la fe que tengo, esa fe viene desde mi madre Justina Sosa Romero, ella falleció hace 16 años y siempre me vienen a la memoria, sus pensamientos, su filosofía de seguir adelante y creer en Dios, cada día que amanece le pido que me ilumine para seguir avanzando para lo que quiera hacer. Yo no puedo concebir todo lo que he hecho sin la bendición de Dios”.

Doctor, agente de servicio humanista

“Lo que le puedo compartir a las nuevas generaciones, y a los colegas, es que no pierdan la perspectiva de lo que es el ser humano, esta parte de mirar al otro en un mismo plano, que nos quitemos esa camisa de poder por ser médicos, porque he observado que existe. 

Nosotros no somos los expertos, porque de quienes atendemos podemos aprender”, concluyó.

Perfil
  • Diplomada en Medicina de Adolescentes.
  • Maestra en Adicciones
  • Diplomada en Atención y Prevención a la Violencia Familiar y Sexual.
  • Diplomada en Orientación Educativa en la Adolescencia. 
  • Presidenta de la Asociación Mexicana para la Salud de la Adolescencia A.C. (2011-2013).
  • Responsable de la Clínica de Atención Integral a la Adolescencia y a la Violencia Familiar del Hospital O’Horán de Mérida, Yucatán.
  • Ex Delegada del Comité de Adolescentes de Conapeme.
  • Directora General de Adolescentro, en Mérida Yucatán.
  • Presidenta de la mesa directiva de la Asociación Mexicana para la Salud de la Adolescencia A. C.

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