¡Escribir compromete!

“La felicidad de los hombres felices, es hacer otros hombres felices”,

|
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram

“La felicidad no es perfecta hasta que no se comparte” ¿Por qué empezamos el día de hoy con esta frase? Por la sencilla razón de querer comentar lo que me ha sucedido en estos últimos años. Hace unos meses, al estar en una plaza comercial, en compañía de mi esposa, me abordó una mujer entrada en años y me preguntó: “¿Usted es el que escribe en el periódico Milenio esos artículos de Reflexiones espirituales?”, le que contesté en forma afirmativa, y me lanzó una frase a la cara: “Entonces usted es un santo o un hipócrita”. Primero me turbó su comentario pero presto le respondí: “Mi estimada señora, procuro aplicar en mi vida diaria lo que escribo, no soy ni un santo y ningún hipócrita, sólo trato de manifestar amor en lo que escribo, y ser congruente con lo que pienso y siento”. Mi respuesta no la dejó del todo contenta.

Hace unos meses, “un amigo” me dijo: “Roberto, esos tus artículos son pura falsedad y utopía, escribes para mujeres neuróticas y tus letras son ilusorias. Ya deja de comentar cosas del matrimonio, que es la tumba del amor, y un desperdicio”. Le contesté, con mucha calma: “Mira, mi estimado, tal vez yo estoy mal por escribirlos, pero por tus palabras, tú estás peor en leerlos”.

Todo lo anterior viene a colación por la ingrata labor del articulista, de tratar de ser orientador y difundir la verdad en toda su pureza y el riesgo que esto trae al no ser congruente con lo que uno escribe. Trato de tener la frase: “Vivir lo que se escribe y escribir lo que se siente”, aunque para muchos brote ampolla. Es, en una palabra, “la felicidad de los hombres felices, es hacer otros hombres felices”. Con esto no quiero decir que yo sea plenamente feliz, sino que estoy en lucha.

En lucha de difundir la palabra de Dios, que a veces muere en la garganta del sacerdote, por la incomprensión y la soledad, de una sociedad que es ciega ante el amor de Cristo. En lucha de ser difusor que el matrimonio no es la tumba del amor, sino la plenitud de la pareja, que aprende a caminar y enamorarse en ese precioso camino, que es forjar una familia con el apoyo de Jesús y de Maria, con su dirección y con amor.

En lucha de creer que podemos hacer un cambio en nuestras vidas, tratando de amar mejor a nuestros hijos, no sólo en cantidad sino en calidad, no repartiendo consejos sino dando besos, afecto, comprensión y apoyo de padres a hijos. Tratando de no lastimarlos con la boca, la mano o con el mal ejemplo.

Trataremos de seguir en lucha, mientras los jóvenes se sigan suicidando y los matrimonios se continúen separando. Eso es el mejor estímulo para continuar mostrando que Dios existe y no por ser ciegos el sol no va a salir y el amor no va a existir.

Sí, escribir compromete, pero estimula. Publicar un artículo crea polémica, pero también deja algo muy importante: hace a la persona pensar y decidir que hoy, no mañana, es tiempo para hacer un cambio y querer más a la pareja, mejor a los hijos y poder ser el amor encarnado de Cristo aquí en la tierra, para manifestar su amor, ya sea de palabra, con obras o escribiendo un artículo.

Sí, querida señora y mi estimado “amigo”, vamos a seguir escribiendo, manifestando que el amor está vivo, pues cuando creas que el amor no existe despídete de ti mismo. Tal vez por no tener amor en tu vida no sabes darlo ni recibirlo, eres un cadáver ambulante en espera de tu entierro.

Lo más leído

skeleton





skeleton