'Es difícil decidir la muerte de un ser querido'

Los hijos de una mujer desahuciada recuerdan el difícil trance entre mantenerla viva o que le dieran paliativos para que muriera sin dolor.

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El fallecimiento de una persona impacta en sus deudos y amigos. (Milenio Novedades)
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Jesús Mejía/SIPSE
MÉRIDA, Yucatán.- “Nos dijeron los médicos que mi madre difícilmente iba a sobrevivir debido a lo que llamaron una falla orgánica múltiple. Entonces nos pusieron en una disyuntiva: tratar de mantenerla viva con hemodiálisis y respiración artificial o procurarle paliativos para que no sufra y morir”.

Es el relato del familiar de una paciente internada en el Hospital Star Médica de Altabrisa, donde especialistas en Medicina Interna y Hepatología, así como del área de Cuidados Intensivos coincidieron en que el fin de la paciente era inevitable, sólo que había un factor: su corazón era fuerte, con ritmo cardiaco y presión arterial regular.

“Nos reunimos mis hermanos y yo para decidir al respecto y convenimos que lo mejor era pedir a los doctores que le dieran paliativos para que no sintiera dolor y esperar el fin”, dice el hijo de la paciente de 68 años que ingresó al nosocomio por el colapso de su hígado que afectó sus riñones y el aparato urinario.

“Nos dieron 24 horas, pero pasaron cinco días y mi madre seguía con vida. Le dieron lo último en analgésicos y sedantes para el dolor que la mantuvieron inconsciente, pero ella se mantenía porque tenía un corazón fuerte, con un ritmo cardiaco y presión arterial normal que sorprendió a los mismos médicos”, rememora el señor González Armenta, en torno de su dolorosa experiencia.

"Le pedíamos a Dios que nos diera luz"

“Entonces, dudábamos, y eso nos ponía en una situación de angustia. Le pedíamos a Dios que nos diera luz, entendimiento, para tomar decisiones acertadas”, comenta el primero de los cinco hijos de la paciente.

“Somos cinco hermanos. Es difícil decidir, nadie desea la muerte de un ser querido, pero en este caso la vida de mi madre era de sufrimiento e iba a ser dependiente de las máquinas para practicarle la hemodiálisis cuando menos dos veces al día”, comenta con voz queda el señor González, para quien recordar es volver a vivir la tragedia.

“Nos dolía ver cómo mi madre sufría inmerecidamente, ya que ella siempre procuró en vida ayudar a la gente, además de que tenía gran amor por los animales”, recuerda con tristeza el entrevistado acerca del trance que colocó a su madre en la ruta de un fallecimiento inevitable con el sentimiento de impotencia de sus hijos.

“Los médicos iban a verla y ella seguía con vida. Hubo un momento dado en que ella despertó queriéndonos decir algo. La doctora que la atendió se mostró sorprendida, Mi madre abrió los ojos para despedirse de cada uno de nosotros. Al sexto día de los paliativos, mi madre murió”, añade ya con voz casi apagada.

El caso de esta familia es el que enfrentan todos los días las personas con un familiar desahuciado, en el dilema de tratar de mantenerla con vida o el de procurarle una muerte digna sin dolor y sufrimientos.

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