'Ser Luz para los demás'

Él resplandece en el que practica la justicia al punto que el 'justo' es reflejo de los hombres.

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Siempre el cristiano va a sufrir contradicciones y persecuciones, pero unas son por la fidelidad en el amor a Cristo y a la Iglesia y llevan a la vida; otras son por haber olvidado el compromiso con él Señor. (Gráfica tomada de elpuntocristiano.org)
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V DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

Isaías 58, 7-10; Salmo 111; 1Cor2, 1-5;Mt5, 13-16

Con dos imágenes muy fáciles de comprender, Jesús describe la imagen del creyente en la Iglesia, la de la sal y la de la luz. Habrá que valorar también el acento en lo humilde y pequeño, un poquito de sal da mucho sabor, y una pequeña luz ilumina tanto. No olvidemos que la luz orienta y la sal condimenta.

Dice un proverbio: “Todas las tinieblas no pueden opacar a un cerillo, y un cerillo ilumina todas las tinieblas”.Hemos sido invitados no a convertir todo el mundo en una salina, ni a incendiarlo, sino a permanecer generosos y fieles a nuestra vocación que nos configura a Cristo; y así sembraremos en los demás el gusto y el gozo de la esperanza.

I.- “Tiende la mano a tu hermano”

La primera lectura pertenece al capítulo 58, donde el profeta plantea su cuestionamiento sobre el ayuno. El profeta no dice que se abandone el ayuno cambiándolo por la justicia, ya que este capítulo concluye con una invitación a observar la fiesta del sábado.

La objeción del profeta es en contra del modo de vivir el rito del ayuno, que lo puede vaciar de contenido. En cambio, si al ayuno, como sacrificio personal, se junta el compromiso serio a favor de la justicia, se cumple la integralidad del deseo de Dios.

Lo mismo sucede analógicamente con la participación y recepción de la Eucaristía, que debe de estar acompañada por la integralidad de vida moral, personal, a la que se añade el compromiso de respeto, servicio y promoción del hermano para crear la fraternidad social.Existe en este texto un paralelismo, en cuanto que primero pone las condiciones v.6 y 7, v. 9 y 10; después los efectos v.8 y 10, y por último las promesas v.8 y 9, v. 11 y 12.

Es una urgencia a decidirse a favor de la justicia, en un mundo con muchas injusticias; y con exigencias de compartir el pan, ofrecer techo, vestir al mundo; y estos signos que son una solicitud para el necesitado y una actuación de “tiende la mano a tu hermano” compartiendo de lo que tienes, no eximen de la búsqueda de que haya un compromiso serio de buscar un orden más justo actuando, interviniendo, opinando, votando para transformar el actual orden social que empobrece y margina a tantos. Se dice que muchos cristianos son alérgicos al compromiso y al testimonio.

Aquí hay una referencia al Siervo de Yahvé-Profecía sobre Cristo: 

  • Llamado a ser luz de las naciones (Is. 42,6).
  • Sus heridas serán nuestra curación (Is 53,5).
  • En él se manifestará la gloria del Señor (Is. 49,3).
  • Ya que es justo por definición (Is 53,11).
  • Al que Dios le está cercano (Is 50,8).

La imagen de la luz que usa como efecto y recompensa une los dos aspectos ya que Isaías cuando habla del Siervo sufriente o Siervo de Yahvé dice que se verá la luz (Is. 53,11) y que él mismo se convertirá en luz de las naciones (Is. 42.6). Dios es la luz. Él resplandece en el que practica la justicia al punto que el “justo” es reflejo de los hombres, y a su vez se convierte por su fe y conducta en luz para los demás.Por ello bien hemos repetido con el Salmo: “El justo brilla como una luz en las tinieblas” (Sal. 111)

II.- Jesucristo, es la Luz

¡Lo que hemos dicho del Antiguo Testamento ha sido compendiado por Jesús en las Bienaventuranzas! Que son en el fondo una alabanza y un aliento a todos los que se han configurado con el Cristo glorioso, victoria sobre el mal, el pecado, y la muerte.

Por ello Cristo añade luego: “Ustedes son la luz del mundo” (Mt. 5,14) Jesús les revela su nueva situación, aquellos que se hacen merecedores a ser incluidos en las “Bienaventuranzas”, son los mismos que se convierten en luz del mundo y sal para la tierra, y ello lo han logrado por la llamada, vocación, e invitación a seguir a Cristo, y al responder positiva y generosamente han recibido el don de la fe sacramental por el Bautismo, pero por su correspondencia a la gracia del Espíritu, una creciente identificación con su muerte y resurrección.

Así se vuelven luz, semejantes a Aquel que es la luz, y al Siervo sufriente que murió en la Cruz, que es nuestra redención, y del cual participan y reflejan su luz, como en la noche la luna refleja la luz del Sol. La dialéctica se vuelve contundente: ó ustedes son sal de la tierra o si no serán pisoteados.

Siempre el cristiano va a sufrir contradicciones y persecuciones, pero unas son por la fidelidad en el amor a Cristo y a la Iglesia y llevan a la vida; otras son por haber olvidado el compromiso con él Señor ó incluso traicionando su amistad y llevan a la muerte.

El texto del evangelio dice “brille la luz de ustedes ante los hombres”. No se trata de conformarse a un códice moralístico porque las buenas obras son realizaciones de Dios en nosotros, por ello cuando las llevan a cabo las personas dan gloria a Dios, renunciando a protagonismos, nos hacemos disponibles a que Dios actúe en nosotros, y con decisión vamos siempre a secundar su gracia en nosotros, para dar los frutos de las buenas obras.

Así lo afirma San Pablo: “Viene a ustedes... para anunciar el Evangelio, no busqué hacerlo mediante la elocuencia del lenguaje o la sabiduría humana... me presenté débil y temblando de miedo... Tan sólo les hablé de Jesucristo..crucificado... Les “convencí por medio del Espíritu y del poder de Dios, a fin de que la fe de ustedes dependiera del poder de Dios y no de la sabiduría de los hombres” (1Cor. 2,4). 

Como bien dice Teodoreto de Ciro: “Vuestra fe libre de cualquier tentación de dominio y de la habilidad verbal, con la fuerza del Espíritu, indicará a los hombres el camino de salvación”.

III. Conclusiones

1.Nuestros contemporáneos tienen derecho a pedirnos un testimonio, auténtico, genuino y coherente.“Tú no eres ni frío ni caliente...porque eres tibio estoy por vomitarte de mi boca”. (Apoc. 3,15) Amonesta el Apocalipsis.

2.Como dice bellamente un poeta: “Como la luz no es el sol y sin embargo viene del sol, así la persona es signo de Dios, sin ser Dios; nosotros somos los rayos de la verdad, pero no somos Él, que es la verdad, así como la luz del sol, no es el sol”.

3.Este Evangelio nos lleva a darles primacía a la fe y a la caridad; teniendo como fundamento a Cristo crucificado; y confiando en el Espíritu que es la potencia de Dios, así se edifica la comunidad de creyentes que es la Iglesia, en el compromiso de la fraternidad social.Que el Espíritu ilumine nuestros corazones, para que seamos antorchas para los hermanos.

4.Tenemos que ser luz en nuestras familias, y lo tenemos que hacer en las cuatro dimensiones fundamentales del amor familiar –que suelo decir son las cuatro ruedas para que vaya adelante el “carro de la familia-: 

•Amor de esposos, amor de papás
•Amor de hijos y amor de hermanos.

5.Ser “sal y luz” significa comprometerse con el hermano, saber convivir y saber perdonar, servir, ayudar, facilitar, comprender; hacer que la vida de aquellos que vivimos en familia sea un oasis de alegría, de comprensión, de apoyo recíproco. Que regresar a casa a gozar de la familia, sea un anhelo, por esa realidad reconfortante de la propia familia, donde “tú eres amado porque eres”, valorado, apreciado y estimulado a dar siempre lo mejor de ti mismo cada día a los demás.

6.La familia así se vuelve trampolín de éxito, rampa de realización humana y cristiana, cimiento de personalidades equilibradas y maduras, “retaguardia” que prepara a la lucha y la victoria cuando hay que enfrentar las exigencias de la vida en la “vanguardia”.

7.Somos hijos de la luz (Jn. 12,36) y debemos lograr que toda nuestra vida: la familia, la de sociedad, la profesional, de estudios, de diversión de religión, toda la vida de cada uno, en todas sus dimensiones: socio-política, económica, religiosa, moral, familiar, proyecte la luz de Cristo.

8.Comenta el gran escritor francés G. Bernanos: “Cristo nos recuerda, que no debemos ser dulzones, aflojados y melosos, sino vigorosos, disciplinados y decididos como el sabor de la sal”.

Seamos luz, que brilla, ilumina, orienta, hacia la dignificación de la persona y hacia la gloria de Dios. Hacia un mundo más justo y humano. Así haremos realidad lo que hemos cantado en el Salmo.

“El justo brilla, como una luz en las tinieblas”.

Amén.

Mérida, Yucatán, Febrero 5 de 2017

+ Emilio Carlos Berlie Belaunzarán
Arzobispo Emérito de Yucatán

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