Sublime belleza barroca por dentro y por fuera (fotos)

También conocida como la de El Jesús cumple 398 años de ser admirada por su arquitectura y sus pinturas.

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La parroquia de El Jesús o Tercera Orden originalmente debía utilizarse para la construcción de un colegio de jesuitas. (Fotos: José Acosta/SIPSE)
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Ana Hernández/Milenio Novedades
MÉRIDA, Yuc.- Con 398 años a cuestas, la parroquia de El Jesús o Tercera Orden es uno de los inmuebles católicos que combina, en un pequeño espacio, la belleza externa de los detalles barrocos y en su interior pinturas con diversos motivos, los cuales incluso llegan hasta la cúpula del inmueble, como si fuera un amplio trabajo de tapicería.

Como dato curioso, en las entradas que tiene al frente y a los costados, así como en su interior, es posible contar nueve cruces con marcados elementos ornamentales; la pintura, al parecer, conserva sus detalles de laminado, porque con la luz solar brillan las líneas rectas de este símbolo que va acompañado de un círculo en su interior y flores.

De acuerdo con los investigadores, este inmueble, ubicado sobre la calle 60 No. 490-A entre 57 A y 59, originalmente debía utilizarse para la construcción de un colegio de jesuitas, según lo dispuso el capitán Agustín Palomar, quien al fallecer legó fortuna y terreno para este fin. 

Su aportación y las de otros destacados miembros de la comunidad yucateca, así como el apoyo de las autoridades civiles y religiosas, permitió alcanzar el objetivo, y el 10 de mayo de 1618 fue inaugurado con el nombre de San Francisco Javier, un convento de la Compañía del Jesús con su iglesia, anexo al colegio. Se ubica a una cuadra de la Plaza Grande, hacia el norte de la ciudad.

Después, este importante colegio fue elevado a la categoría de universidad, bajo la responsabilidad de los jesuitas, hasta que en 1767 se expulsó a los religiosos de esa orden.

El edificio fue ocupado posteriormente por los franciscanos de la “Tercera Orden”, circunstancia de la que tomó su nombre la iglesia; los franciscanos abandonaron la antigua casa de los jesuitas y se dispuso la apertura del recinto religioso al público, quedando como parroquia de pardos (tri-racial) y morenos.

Antes de que finalizara el período colonial, el antiguo edificio de los jesuitas fue demolido y abierta una calle intermedia que dividió en dos la antigua manzana. 

Siglo XX

En 1917, una parte de un edificio anexo fue utilizado como local del Poder Legislativo y luego fue parte de la biblioteca de ese Poder e incluso sede alterna.

En su interior, dada la orden que tuvo en sus manos su resguardo, en el edificio se destacan los murales de reminiscencias religiosas e imágenes bíblicas que dan al templo un aspecto peculiar. Sus pisos son de mármol.

Todo el templo está decorado, hasta las bóvedas -que están pintadas con flores- y parte de la franja o cenefa de volutas y motivos vegetales con pintura de aceite. 

Su cúpula es semiesférica, tiene ocho imágenes pintadas en las remates de los dibujos que semejan las puntas de una corona. El retablo principal fue inaugurado a mediados del siglo XX.

Consta de dos retablos, incluyendo el principal. Hay dos enormes pinturas, en las cuales están representadas los momentos más importantes de la Pasión de Cristo, uno cuando es juzgado y otro cuando fue crucificado.

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