'Un año de trabajo para reunir fondos valió la pena'

Desde Paraguay llegó la representación más numerosa y la más lejana de las que participan en el evento cristiano.

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Para identificarse, la delegación de 91 paraguayos se uniformaron con playeras negras y banderitas de su país. (Luis Pérez/SIPSE)
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Cecilia Ricárdez/SIPSE
MÉRIDA, Yuc.- Un año de trabajo para reunir fondos precedió la llegada de los 91 jóvenes de Movimiento Familiar Cristiano de Paraguay, la delegación más numerosa y del origen más lejano respecto al resto de sus contemporáneos latinoamericanos. 

Sin importar el esfuerzo que implicaba el viaje, llegaron a Mérida para compartir con sus hermanos en Cristo. 

Desde que recibieron la invitación no dudaron en formar parte del Encuentro Latinoamericano de Jóvenes (Elajo), pese a la distancia con México; significaron uno de los grupos con más integrantes incluso que el de países como Guatemala, quienes tuvieron problemas en la solicitud de expedición de documentos migratorios para salir de su nación.

“Nos pusimos una meta, sabíamos cuál era nuestro objetivo, fijamos el precio de cumplirlo y nos dedicamos a trabajar, hicimos conciertos y diversos eventos para vender las entradas y reunir el dinero necesario, todo valió la pena, estamos felices de estar en Mérida”, apuntó Édgar González, quien lleva cuatro años y medio en el Movimiento Familiar Cristiano Juvenil.

Por su parte, Jesús Cantero, con 10 años en el departamento juvenil y una historia dentro del MFC, porque sus padres tienen 25 años de servicio, se considera afortunado de vivir la experiencia de compartir con jóvenes de otros países el mismo amor por Cristo.

“Yo prácticamente nací en el MFC, todos los integrantes son mis amigos, me ha ayudado a vivir plenamente, y cuando veo a compañeros que viven dificultades, me veo en su espejo y trato de seguir mi formación, doy gracias a Dios de haber nacido en este movimiento”, apuntó Jesús.

Los 91 paraguayos se encuentran en un rango de 15 a 25 años; para identificarse se uniformaron con playeras negras y banderitas de su país. Por ser uno de los grupos más grandes, además de ser participante, apoyaron en la animación de la misa y formaron parte del coro.

“Ser del MFC es todo para mí, es como mi segunda familia, aquí aprendo todo y sin ella no podría vivir. Como jóvenes nos hemos enfrentado a críticas, pero las enfrentamos apoyados por la hermandad, cuando uno cae siempre hay alguien para sostenerte; es lo que siempre hacemos”, expresó el joven Edgar. 

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