Un brujo destruía imágenes religiosas del panteón de Ticul

Varias figuras de santos fueron destruidas en el cementerio de la población sin explicación lógica.

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Fachada del panteón de Ticul. (Jorge Moreno/SIPSE)
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Jorge Moreno/SIPSE
MÉRIDA, Yuc.- En la década de los 80 ocurrió un caso que atemorizó a varios pobladores de la ciudad de Ticul y sitios circunvecinos y que, aparentemente, fue esclarecido, aunque para muchos el misterio quedó sin resolver.

Resulta que, cuando familiares de los difuntos enterrados en el panteón de Ticul acudían a sus tumbas a llevar flores, limpiar su área o a recordarlos, veían que algunas imágenes de santos y vírgenes, que tienen por costumbre poner en los sepulcros, estaban rotas en sus extremidades o cabezas.

Con el paso de las semanas este misterio aumentó, e incluso, fue reforzada la vigilancia porque se pensaba que, a lo mejor, vándalos entraban por las noches al cementerio a causar los destrozos, aunque esto se le hizo raro a la gente, ya que no había ninguna otra huella de violencia, ni grafitis ni envases de cerveza ni nada parecido, lo único que pasaba es que las imágenes religiosas aparecían mutiladas.

Desde entonces la gente empezó a rumorar que a lo mejor una secta satánica era la encargada de hacer esto o algún brujo. Esto último se disparó como noticia por todos lados a raíz de que una familia aseguró ver a un hechicero sobre una tumba, el cual, al verse descubierto salió literalmente “volando” del lugar.

Se trataba de una familia conocida de Ticul, con cierta credibilidad y por eso la gente no dudó en creerle, afirmaban que era una persona del sexo masculino, de cabello largo, tenía una capa negra y los ojos intensamente rojos, casi brillaban, y que, al verlos, emprendió el vuelo por encima de los muros del panteón.

Unas personas incluso llevaron a un sacerdote al cementerio para que lo bendijera, aunque de esto no pude obtener datos concretos, ya que, al ir a investigar en la iglesia, nadie supo decirme si esto en realidad ocurrió o no, ya que en ese entonces había otro padre.

Por si fuera poco, la misma situación empezó a reportarse en los panteones de Sacalum, Pustunich y Dzan, poblaciones muy cercanas a Ticul.

¿Misterio resultos?

Tras un mes de estar ocurriendo estas cosas, el misterio, aparentemente, fue resuelto, ya que la policía reportó que en un barrio de Ticul vivía un joven de 23 años con síndrome de Dawn que se le escapaba a su familia por las noches y se iba al cementerio a causar destrozos.

El motivo para culparlo fue que, en el garaje de su casa, le encontraron varios santos mutilados. 
Obviamente, la familia negó todo y, aunque reconocieron que, en efecto, en ocasiones el joven se les “escapaba” por las noches, solo iba al parque cercano y sería imposible que llegara hasta el cementerio y que los santos encontrados no eran de ese sitio, sino que los habían sacado de una bodega que tenían y los dejaron asentados donde fueron localizados porque estaban rotos y pensaban tirarlos.

Al menos tenía lógica lo que decían los familiares, ya que, para que este muchacho llegara al panteón, debía caminar al menos dos kilómetros de ida, dos de vuelta y brincar las rejas de este sitio sin ser visto por vecinos, policías o vecinos del rumbo, lo cual, la verdad, sonaba ilógico dada su condición.

Como a final de cuentas no hubo denuncia por parte de la Policía, debido a la falta de pruebas contundentes, los papás tampoco hicieron nada más y lo dejaron por la paz.

Para muchos, el culpable fue ese joven, ya que, a raíz de que lo culparon, “casualmente” el fenómeno dejó de ocurrir. Para otros, se trataba de brujos o una secta que, ante la mayor vigilancia que se desplegó en el cementerio, decidieron irse a otros rumbos.

Lo cierto es que, a raíz de esto y hasta la fecha, de vez en cuando y por temporadas aparecen santos o cristos rotos, y la gente que recuerda el caso de los años ochenta piensa que a lo mejor podría tratarse del mismo misterioso ser, aunque los más prudentes creen que, simplemente, la casualidad es lo que hace que se rompan.

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