'Jimmy' Montañez, un defensor de la memoria histórica

Su gran experiencia como fotógrafo le ha llevado a ser coordinador de la Fototeca “Pedro Guerra”, que contiene un invaluable acervo.

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Ha dedicado 28 años a la labor del recinto, primero como becario, hasta ahora como titular. (SIPSE)
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Cecilia Ricárdez/SIPSE
MÉRIDA, Yucatán.- Desde pequeño, Edward “Jimmy” Montañez Pérez sintió atracción por la fotografía, la cual ha sido parte importante en su vida. Actualmente, este antropólogo y artista de la lente es coordinador de la Fototeca “Pedro Guerra” de la Facultad de Ciencias Antropológicas, santuario que protege y conserva la memoria gráfica de Yucatán.

El especialista reconoció el auge que tiene la fotografía en los jóvenes, aunque considera que este movimiento carece de educación visual.

Montañez Pérez ha dedicado 28 años a la labor del recinto, primero como becario, luego en el área de conservación, en laboratorio y desde hace casi 10 años como titular.

¿Qué momento de la vida influyó en su vocación?

Desde niño siempre tuve la inquietud por la fotografía. En casa había una camarita Kodak, y siempre me pregunté cómo se obtenían las imágenes. Después, en la secundaria, creció mi interés con un maestro de la Escuela Modelo, Luis Veira Pinzón, entusiasta aficionado que hacía buenas fotos y nos enseñaba sus imágenes. Tiempo después trabajé en Estados Unidos, y lo primero que me compré con mi salario fue una cámara fotográfica. Luego regresé a estudiar e ingresé a la Facultad de Antropología, y la sorpresa para mí fue que había la materia de fotografía, especialmente para arqueólogos, y se estaba rescatando el archivo Guerra. Obviamente, me integré y empecé a colaborar con los que trabajaban allí, y a cambio de mi colaboración en el rescate del archivo, me enseñaron a revelar, a imprimir en blanco y negro, y a partir de ahí empiezo a hacer fotografía más seria.

¿Qué personajes de la fotografía lo han influenciado?

Lo que tenía básicamente era de aficionado. Todos los conocimientos básicos los aprendí en la fototeca, pero por el propio trabajo del archivo entramos en contacto con otros del país y con gente interesada. A partir de eso he llevado muchos cursos de fotografía, y hoy en día me han inspirado muchos fotógrafos. Técnicamente admiro a Hansel Adams, un fotógrafo norteamericano que desarrolló el sistema de zonas. En cuanto a imagen, hay muchos autores que me gustan, principalmente europeos, como Henri Cartier-Bresson, uno de los fundadores de la agencia Magnum, y Alfred Stieglitz, por toda la enjundia que puso para que se entendiera que la fotografía no competía con la pintura, sino que eran dos lenguajes distintos, todo lo que escribió en cuanto a la teoría de la imagen es fundamental.

¿Hacia qué se ha orientado su trabajo?

Además de conservación, tiene que ver básicamente con la fotografía antropológica. He desarrollado proyectos relacionados con investigaciones de la Facultad. Soy ateo, pero varios trabajos han sido sobre religión, con gremios; por ejemplo, con el doctor Francisco Fernández hice un proyecto titulado de Fiesta en Fiesta. También realicé una colección de retratos de la fiesta del Sitio de Jericó, fui tres años para lograrla y hacer la exposición “Rostros de la fe”. Después de todos los proyectos he realizado muestras en los lugares que trabajo, porque es una forma de mostrarle a la gente lo que hicimos con ellos. He montado seis exposiciones individuales y he participado en colectivas, con tema social, pero también artístico.

¿La fotografía depende de la mirada?

La fotografía tiene un aura de realidad, incluso se usa para dar fe que algo aconteció. A pesar de ser parte de la realidad, esta veracidad no es al 100 por ciento objetiva, siempre hay una subjetividad, la cual se da por el punto de vista del fotógrafo, el ángulo, qué incluyó o excluyó, el momento del disparo, etc. Mi ideología va inmersa en esta visión, pero hay que ser lo más objetivo posible, especialmente el antropólogo.

"La fotografía tiene un aura de realidad, incluso se usa para dar fe que algo aconteció”

¿Cuál es su percepción de las diferencias profesional y un aficionado?

Un fotógrafo profesional, cuando hace el clic, es porque sabe que tiene la foto, y no hay incertidumbre; en eso se diferencia un profesional a un aficionado, que la toma a ver si la logra. Para mí, esa ansiedad por saber que se logró la foto no debe existir. 

¿Qué elementos debe incluir el perfil del fotógrafo?

Un profesional tiene que estudiar, no basta con tomar un cursito, tenemos 170 años de historia de fotografía y se han hecho cientos de miles de trabajos, con los mejores exponentes del mundo.

Se ha escrito sobre la concepción de este arte y hay investigaciones sobre la fotografía… El fotógrafo tiene que ir hacia el origen.

Es fundamental que se empapen de esta información, que vean mucha imagen, pero con una mirada crítica, analizando cómo la tomó, cómo le llegó la luz, qué ángulo eligió, y para qué sirvió la foto. A partir de ahí, preguntarse qué otras alternativas se podrían realizar la fotografía para mejorarla y aportar.

¿Buena o mala foto?

Es muy subjetivo, pero debe atender a dos grandes temas, lo técnico y el discurso; debe haber un equilibrio.

¿Cómo está el panorama del quehacer fotográfico en Yucatán?

Hay interés. Se inauguran hasta seis exposiciones de fotografía en un mes, pero falta el estudio de la imagen, de qué se ha hecho y qué no en fotografía. Hemos organizado cursos, pero cuando los interesados se enteran del precio, no lo toman, sin considerar que estudiar es una inversión. No hay históricamente en Yucatán una buena formación en esta especialidad; es reciente la creación de escuelas en las que se lleva la materia, sin profundizar. 

¿Qué importancia da a la conservación de la fotografía?

Desde que hago clic, siempre estoy yendo al pasado; esa foto es algo que ocurrió y conservar esto es fundamental, así como cualquier tipo de imagen. El archivo Guerra tiene retratos en los que te das cuenta de la forma de vestir de la gente de una época, y las imágenes de grandes personajes, como Madero, Carrillo Puerto, Salvador Alvarado. Se percibe cómo ha evolucionado la urbe, por eso es crucial que se entienda; sobre todo los fotógrafos de prensa, que registran la historia, y por eso hay que tomar fotos en una calidad superior y evitar la autocensura.

La Fototeca “Pedro Guerra” cuenta con un acervo de 500 mil imágenes, de las cuales 65 mil ya están digitalizadas. La utilidad que representa este archivo fotográfico para el estudio e investigación histórica es incuestionable.

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