Un nahual 'acabó' con un policía

El agente renunció a su trabajo como agente y se refugió por mucho tiempo en su casa.

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De esta forma describieron al perro “maligno” que embrujó al policía. (Jorge Moreno)
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Jorge Moreno/SIPSE
MÉRIDA, Yuc.- Hace casi 33 años, un policía de la entonces Secretaría de Protección y Vialidad (SPV) -hoy de Seguridad Pública (SSP)- renunció al tener una terrible experiencia paranormal

Todo inició cuando “Juan” era patrullero y de pronto recibió un radiollamado para que acudiera a una casa del sur de la ciudad, donde había un pleito familiar, según reportes de vecinos.

Cuando llegó -junto con su compañero- la nuera de la familia estaba en la calle y desesperadamente les pedía a los policías que entraran a contener a su suegro, quien atacaba a golpes ¡a su propio hijo!

No estaba drogado ni tomado, pero tenía una fuerza descomunal, de hecho tuvieron que llamar refuerzos y entre seis agentes, a duras penas, lograron sujetar al señor, quien era de complexión delgada, lo que sorprendía aún más a todos los presentes ¿de donde tenía tanta fuerza?

“Parecía poseído por el demonio” dijeron algunos de los policías en el reporte; cuando lo iban a subir a la camioneta, de pronto, de forma intempestiva el señor miró fijamente al policía protagonista de esta historia y le gritó con palabras que nadie entendió y que todos supisieron fue una maldición.

Lo único que dijo en español al final fue “te arrepentirás por mil años de haberme tocado”.

Luego de este incidente, con el transcurso de las siguientes semanas ya nada fue igual para ese policía; al principio algunos pensaron que se sugestionó, pero en menos de un mes perdió 11 kilos de peso, no dormía y por las noches cuando finalmente conciliaba el sueño se levantaba gritando que un perro enorme estaba en el cuarto viéndolo fijamente con ojos rojos, pero su esposa, no veía nada.

Llos doctores no detectaban ninguna enfermedad y el psicólogo sólo le dijo que era estrés postraumático debido a la experiencia que tuvo.

A los pocos días se dio de baja, no buscó otro trabajo, permanecía en su casa, en su cama, tapado, no quería ni descubrirse el rostro, pues decía que “él” lo podía ver…

“Juan” parecía muerto en vida por  sus ojeras y todo el peso que había perdido

Sus papás lo llevaron con tres brujos, todos coincidían en que tenía metido al demonio, que “alguien” lo había maldecido. Sin duda todos aseguraban que había sido propiciado por aquel señor poseído, pero no lograban curarlo.

Cansados de que nadie podía ayudarlos, la hija mayor y la esposa decidieron averiguar la dirección de aquel señor y fueron a suplicarle que volviera a la normalidad a “Juan”, que ya parecía muerto en vida con sus ojeras y todo el peso que había perdido.

Sin embargo este negó todo, dijo que no sabía ni recordaba que había pasado y, de forma grosera, les pidió que se fueran de su casa.

Esa misma noche escucharon gritos en el cuarto y cuando entraron vieron el enorme perro negro del cual les hablaba “Juan” y que nadie había podido ver hasta entonces.

El can las miró fijamente, ellas estaban paralizadas de terror y a los pocos segundos dio un salto enorme hacia la ventana para irse de ahí…

Fue un milagro lo que ocurrió en las siguientes semanas, la víctima recobró el apetito, dejó de temblar y sentir miedo, poco a poco recuperó su peso, empezó a comportarse de forma normal y en menos de 15 días se podría decir que ya era el de siempre.

En poco tiempo se consiguió otro trabajo y él parecía no recordar nada, o quizás prefería no recordarlo.

¿Quién era ese enorme perro negro? ¿Por qué estaba en esa habitación? ¿Realmente le lanzaron una maldición a ese policía aquel día? ¿Cómo fue que se pudo recuperar? Durante la investigación obtuve respuestas a las cuatro interrogantes.

El enorme perro negro no era aquel señor del pleito, ¡era el hijo!, esa noche había llegado a los golpes con su papá porque este último había descubierto que era un hechicero y practicaba la magia negra desde hacía años.

Cuando llegaron los policías a tratar de separarlos, por alguna razón (quizás fue al azar), el hijo escogió a Juan -el policía- para ”absorberle” la energía, por ello a partir de ese momento, todas las noches acudía a su domicilio en forma de perro negro para trabajarlo y lograr su objetivo.

Cuando el señor se enteró de que su hijo era el causante de esto, decidió ayudar al policía, quizás conmovido por las súplicas de madre e hija, por lo que mandó a su vástago (con quien se había reconciliado a pesar de que continuaba practicando la hechicería) y este le “nulificó” el embrujo.

Adrede permitió a las señoras lo vieran en la habitación en forma de perro para que ellas de cierta forma creyeran en la veracidad de los nahuales, nombre de estos hechiceros veracruzanos.

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