“Brebaje diabólico”

La columna Viernes Cultural y El Transcriptor disfrutan su espresso doble...

|
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram

La columna Viernes Cultural y El Transcriptor disfrutan su espresso doble, y de pronto se topan con la sección “Café y Teoremas” del diario español El País, y leen algunos títulos de sus artículos:

“Lo que sabemos de las superficies a través de sus puntos singulares” (un texto algebraico), “Dándole vueltas al infinito” (la paradoja de Banach-Tarski), “¿Podría el aleteo de una mariposa cambiar el futuro del cosmos?”, “Máquinas para fabricar teoremas matemáticos”, “Desentrañando la turbulencia” (la conjetura de Onsager).

¿Cómo lo ves, erotómano de mi vida?

Bueno, tendría que preguntarle a mi amigo sabio, Eddie Salazar Gamboa, si combinan el café y los teoremas, y hasta no hablar con él, me reservo el derecho a declarar, porque la ley…

Espérate, no corras, no estás en un tribunal de juicio oral, aunque como ilustre ignaro, debes tener una opinión iletrada.

Ya que me halagas, te diré (y saca su libreta de apuntes, y recita):

El café es un “brebaje diabólico”, según se lee en la novela de Oliver Potzsch, “La hija del verdugo”, y como apuntó José Martí, “me enardece y alegra y acelera toda la ágil sangre de mis venas”.

Y remata, respecto de sus creencias, como está escrito en algún lugar en la sección de “Cafeinómanos anónimos”:

“Todo el mundo debería creer en algo… Yo creo que me haré otro café”.

 

De nada… Saludos…

Lo más leído

skeleton





skeleton