De repente los hospitales funcionaron mejor que nunca, la gente despertó y empezó a ayudar a otros, por fin se llenaron los bancos de sangre y todos estamos unidos de las manos sin importar la religión, las preferencias sexuales, colores o partidos. El odio por fin se alejó, pero ¿cómo fue que de repente el gobierno y los partidos políticos demostraron su verdadera cara, una que prefiere gastar el dinero para publicidades vanas y no para el apoyo de su pueblo? ¿Y que de repente los maestros decidieron enseñar solidaridad, los hoteles abrieron sus puertas, los restaurantes caros dieron alimentos gratis a los desamparados, los taxis bajaron sus tarifas y las redes sociales se volvieron útiles, pues sirvieron de comunicación entre damnificados y no sólo para memes pesados?

Tuvo que pasar lo peor para que los mexicanos abriéramos los ojos y nos diéramos cuenta de todo lo que podemos hacer, que organizados, que con amor, que con fortaleza e inclusive sin marchas que afecten a otros lograremos lo que sea, hasta que los partidos políticos se animen a hacer su trabajo. La magia del mexicano es muy grande y la estamos demostrando, el mundo entero tiene los ojos sobre nosotros, ha descubierto que somos la mayor potencia mundial en amor. No permitamos que esto se acabe, somos capaces de hacer lo increíble, sí podemos ser un verdadero equipo y sin siquiera conocernos.

No nos dejemos vencer por el miedo, la oposición del gobierno o temblores, huracanes y enfermedades; somos ejemplo de sociedad. Sigamos juntos, preparemos despensas, recordemos que hay más lugares que la Cdmx que están afectados y preocupémonos también por la gente en Yucatán que está enferma y sin medicamentos. Juntos hacemos un México ganador, el que siempre soñamos.