Yucatán festeja en grande a la Guadalupana en su día

Al celebrar la misa de la fiesta mariana, el Arzobispo de Yucatán señala que los indígenas veían en la Virgen María el rostro de la misericordia.

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Cientos de fieles colmaron la iglesia de San Cristóbal. Imagen de la misa oficiada por Mons. Gustavo Rodríguez Vega, Arzobispo de Yucatán. (César González/SIPSE)
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Milenio Novedades
MÉRIDA, Yuc.- Después de 484 años de sus apariciones en el cerro del Tepeyac, Santa María de Guadalupe sigue teniendo un contacto personal con cada uno de nosotros, nos enseña que es con misericordia y amor la única forma de transmitir la buena nueva del Evangelio, en especial a los más pobres, a los pequeños de este mundo, a los que no cuentan, destacó Mons. Gustavo Rodríguez Vega, Arzobispo de Yucatán, durante la misa de ayer en el templo dedicado a la Virgen Morena, en San Cristóbal.

Ante ciento de fieles, que abarrotaron el templo católico, el prelado recordó que después de casi 500 años de sus apariciones “Santa María de Guadalupe, nuestra madre del cielo sigue conquistando corazones en México, en América, en Europa y en todo el mundo. Se habla de que cerca de siete millones de personas han visitado la Basílica de Guadalupe en la Ciudad de México entre ayer y hoy, ¿y cuántos millones más lo habrán hecho por todo el mundo?’, abundó.

“Ella sigue su labor evangelizadora, atrayendo a creyentes y no creyentes, como en la época de la Conquista, cuando los frailes sólo lograban bautizar a unos cuantos, pero apenas la santísima Virgen dejó plasmada su imagen en la tilma de San Juan Diego de inmediato los indígenas, al verla, no necesitaban más explicaciones se bautizaban, porque en ella veían el rostro de la misericordia divina”, precisó.

“Nuestra señora de Guadalupe quiso valerse de Juan Diego para predicar la buena noticia. Cuántas veces muchos pontífices, sacerdotes religiosos y religiosas han salido de familias muy humildes y sin embargo el señor nos lleva a ocupar nuestro lugar dentro de la gran cadena evangelizadora, no cabe duda, que sigue ocurriendo lo que dice el Evangelio de San Lucas: ‘bajó del trono a los poderosos y exaltó a los humildes”, indicó.

Recordó que los criterios de Dios son muy distintos a los del mundo. “Si antes de la llegada de la Guadalupana los misioneros batallaron para evangelizar, era porque junto a ellos, los indígenas veían la cara y la espada de los conquistadores, pero llega ella al Tepeyac y muestra en su persona el rostro misericordioso de Dios nuestro señor”, dijo.

“El Papa Francisco ha abierto las puertas del año de la misericordia, el pasado día 8, de la Inmaculada Concepción y nos ha pedido a todos los obispos del mundo, que hagamos lo mismo, el tercer domingo de Adviento, es decir, mañana (por hoy)”, señaló.

Mons. Gustavo Rodríguez subrayó que por tal motivo hoy encabezará una procesión que saldrá al mediodía de la iglesia de Monjas rumbo a la Santa Iglesia Catedral, “donde a la una de la tarde abriré la Puerta Santa para dar inicio así al Año de la Misericordia, un año para cobrar conciencia de la gran misericordia de nuestro padre”.

‘Si alguien dice, ‘es que Dios no me quiere’, son tonterías, él quiere a todos y su misericordia es para todos y es inmensa y todo lo bueno que tenemos nosotros es gracias a su misericordia”, afirmó.

Dejémonos pues, abrazar por nuestro padre Dios en este año de la misericordia, un año en el que también debemos comprometernos a mostrar, con nuestras buenas acciones, a los demás ese rostro misericordioso del Padre.

“Santa María de Guadalupe nunca deja de interceder por nosotros, ella dijo, ‘yo soy la madre del amor, del conocimiento y de la esperanza’, y cómo nos hacen falta en estos tiempos estas virtudes”, señaló.

“Y como le dijo a San Juan al pie de la cruz, ‘ahí tienes a tu madre’, se lo dijo a San Juan Diego en el Tepeyac, el primero representó a los discípulos y el segundo a todos los discípulos que a través de Santa María de Guadalupe llegamos a él”, expuso. 

Hicieron su agosto

Miles de fieles se volcaron ayer al templo de Santa María de Guadalupe en San Cristóbal para venerar a la Morenita del Tepeyac, situación que aprovecharon comerciantes de rosas, imágenes y veladoras para hacer su “agosto”.

Pequeños ramos de hasta tres rosas, llegaron a costar 50 pesos, según la calidad, si no eran tan frescos podían costar hasta la mitad, las rosas solas se podían adquirir desde 10 pesos.  

Un ramo gigante de 30 rosas, costaba 450 pesos, lo mismo que un arreglo floral, y los de 50 piezas, 600 pesos.

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