Cecilia Ricárdez/SIPSE
MÉRIDA, Yuc.- En esta era de tecnología, en la que las tendencias se pueden replicar de manera instantánea y en tiempo real, se deben importar también buenas prácticas, como la implementación de “lugares libres de tecnología” o las llamadas “zonas analógicas”, que ya operan en diferentes países, señaló el director del Centro de Integración Juvenil (CIJ), Víctor Roa Muñoz.

Además, destacó que el 8.3 por ciento de los yucatecos tienen uso problemático o adicción al teléfono celular, según la Encuesta Estatal de Adicciones.

Desde hace cinco años en países de Europa comenzaron a promover la opción de restaurantes y cafés sin celulares, incluso algunos sitios prohibían su uso e invitaban a los comensales a resguardarlos, ahora este tipo de opciones ya son parte de su cotidianidad. 

En Estados Unidos, la corriente llegó además con incentivos de parte de los propietarios de los negocios; por ejemplo, restaurantes ofrecían un cinco por ciento de descuento a los clientes que dejaran su celular en la recepción.

Mientras esto sucede en diversas partes del mundo, en México la penetración de los servicios tecnológicos crece de manera exponencial.

En Yucatán, ocho de cada 10 personas tienen un celular y más de 40 por ciento cuenta con acceso en internet.

Víctor Roa destacó que en la Encuesta Estatal de Adicciones 2014 se incluyó el rubro sobre las tecnologías y arrojaron datos sobre el valor que tiene dentro para las personas, al revelar que el 8.3 de la población tiene adicción al teléfono celular.

Estos casos, en situaciones profundas, derivan en nomofobia, miedo irracional a estar si el smartphone; es una categoría de temor desarrollada por las personas por el uso excesivo del teléfono.

Consideró que es momento de importar buenas prácticas como las zonas libres de tecnologías o analógicas, en las que la tecnología esté en segundo lugar y el encuentro cara a cara es la prioridad.

Empresario 'por salud' 

Un caso para analizar es el de Levi Feliz, vicepresidente y director creativo de una startup de tecnología en Los Ángeles, quien trabajaba 60 horas a la semana y estaba disponible para las llamadas de negocios todo el tiempo.

Mantuvo este ritmo dos años hasta terminó en el hospital con hemorragia interna. Vivía en una constante dependencia a las tecnologías. Luego de la crisis de salud, se dedicó a viajar y olvidar su adicción al celular, revaloró el tiempo y cuando regresó se dio cuenta que no era el único con ese problema.

Para dar una solución, lanzó The Digital Detox, empresa que realiza retiros y campamentos libres de tecnología, en las que crean experiencias que “cambian la vida”.

Además de la demanda de desenchufarse por varios días, el programa ofrece herramientas y recursos para ayudar a las personas a disminuir el ritmo y a estar más presentes en sus vidas. 

De acuerdo a su sitio, su objetivo es: proporcionar a los individuos, las familias y las empresas la oportunidad de dejar de lado su “brazo digital”, ganar perspectiva y resurgir con nueva encontrado la inspiración , el equilibrio y la conexión.