Sanan el cuerpo y el alma sin hacerse ricos

Los jóvenes no quieren aprender el oficio porque se gana poco, ya que un j'men no cobra por sus servicios.

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Valerio Canché Yah se niega a que desaparezcan los curanderos mayas auténticos. (Notimex)
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Agencias
MÉRIDA, Yuc.- Con 71 años a cuestas, 41 de los cuales dedicó a la educación indígena, Valerio Canché Yah se niega a dejar que se pierda la transmisión de conocimientos a las nuevas generaciones de mayas, pero ahora lo hace como sabio y curandero.

Las marcadas líneas de expresión en su rostro parecieran recordar las largas jornadas que ha pasado dedicadas al estudio de la cosmovisión, de la religión maya, a las cuales aprendió a conocer, amar y respetar gracias a las enseñanzas de sus abuelos.

Padre de siete y abuelo de 14, el maestro Canché Yah lamenta el poco interés, casi nulo, de los jóvenes por convivir con los viejos y en especial, asumir la responsabilidad de ser un j'men y poder ayudar a curar el alma y cuerpo de los hermanos de raza.

Esto, según explica, ya que esta es una tarea que está vedada para quienes quieren ser ricos.

J'men y maestro jubilado, el anciano maya es uno de las casi 200 mil personas de la tercera edad que viven en Yucatán, o de los 11 millones del país que tienen más de 60 años, pero que con dedicación y amor a su cultura ha podido sacar adelante a su familia.

Su arraigo a la tierra, primero, y luego su dedicación como docente, lo ubica en un selecto grupo de personas lejano a la pobreza multidimensional como indica el Coneval en que vive más del 40 por ciento de los adultos mayores, y tampoco forma parte del 26 por ciento de quienes tienen que vivir en casa de los hijos.

De andar ligero y vigoroso, don Valerio se desplaza con libertad, también lejano al 31 por ciento de la población de 60 años o más que padece de anemia en Yucatán o del 23 por ciento que es analfabeta.

Dolor emocional

Sin embargo, padece un dolor y este es emocional, porque los jóvenes no quieren arraigarse a su tierra, no quieren conocer cómo se cultiva la tierra, cómo se cuidan las plantas medicinales, cómo se cuida y cura al hermano enfermo.

Desde muy joven, explicó, me dediqué a estudiar a mi cultura. A partir de 1997 fue de lleno y eso me permitió convertirme en un j'men, que es una tarea sagrada, porque nuestra labor es curar a las almas enfermas, para las cuales en ocasiones combina conocimiento herbolarios con espirituales.

Presidente del Consejo de Ancianos y Sacerdotes Mayas, recuerda “a un hermano recién fallecido” el cual realizó la “práctica espiritual” durante 50 años, y “murió como vivió toda su vida, en su casita, hecha con apoyo del Fonden y en la pobreza”.

Tal vez es una de las razones por las cuales los jóvenes no quieren ser j'menes, porque el verdadero j'men está dedicado al servicio comunitario, no vive de esta práctica, sabe que no se puede ser rico y si pone una tarifa, entonces el efecto de su sanación no es completa.

El charlatán, dijo, sí se hace de dinero, llega a ser rico, pero no cura y un verdadero médico maya cura enfermedades importantes, eso lo saben, pero ellos sólo reciben lo que el paciente quiere o puede darle, con eso el efecto de su curación es efectivo.

"Los jóvenes de hoy ya no quieren aprender de sus abuelos, de sus padres, -yo tengo dos hijos que me acompañan porque están aprendiendo sobre la sacralidad de los religión maya- sólo quieren vivir bien, acumular riquezas, cuando un j'men lo que busca es vivir tranquilo.

La juventud de ahora, insiste, está muy desorientada; en las escuelas ya no existe el interés por fomentar los valores, por fomentar la identidad, por el respeto a la diversas culturas, por respetar la forma de los pueblos, por solucionar sus problemas; esas son las fallas que también tiene nuestro modelo educativo.

La cosmovisión maya

Para don Valerio, como suelen llamarle sus conocidos, este valor a la cosmovisión de la cultura maya ha permitido que en temas de salud mental, puedan ayudar a mejorar el estado emocional de los pacientes, ya que el elemento fundamental es la búsqueda de su armonía con el entorno que le rodea.

Un pequeño portafolio lleno de carpetas y papeles forma parte de su persona. Ahí lleva parte de la sabiduría acumulada por años y que le permite estar listo para hablar ante cualquier público, como lo saben hacer los ancianos mayas: de tradiciones, de mitos, de cosmovisión, del maya antiguo y del contemporáneo.

(Con información de Notimex)

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