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MÉRIDA, Yuc.- Empleados de una chatarrería del puerto de Progreso se llevaron un gran susto al encontrar entre los desechos metálicos que seleccionaban un artefacto explosivo de grueso calibre.

Temiendo que detonara, llamaron a la Policía Municipal y luego a las fuerzas armadas, que realizaron espectacular operativo para asegurar el explosivo, que resultó ser una bala de mortero de uso exclusivo del Ejército.

De acuerdo con lo que informaron medios locales, los hechos ocurrieron en una chatarrería ubicada frente al cementerio general del vecino puerto, en la colonia Canul Reyes.

De acuerdo con lo que se informó, los empleados revisaban los residuos metálicos para seleccionarlos cuando encontraron el explosivo en una montaña de chatarra, sin que supieran de su procedencia ni quién lo había llevado a vender, pues compran desechos a numerosas personas.

Apenas ocurrió el hallazgo se llamó a la Policía Municipal del puerto, que a su vez reportó los hechos a la Armada de México y al lugar llegaron elementos de Infantería de Marina, que en primera instancia cerraron los accesos viales en la zona donde se ubica el local de compraventa de chatarra.

Se dijo que era una granada

Al principio se mencionó que era una granada de fragmentación, pero luego los mismos trabajadores dijeron que era una bala de mortero.

Ante esto se procedió a la custodia de la chatarrería y se esperó la llegada del escuadrón de expertos en explosivos para desactivar la bala y trasladarla a sitio seguro.

También llegó al lugar de los hechos personal del Ministerio Público que retuvo a los empleados para entrevistarlos, pero una vez que dieron su versión de los hechos se les permitió retirarse.

Para seguridad, se mantuvo cerrado el local y los empleados fueron desalojados. A las puertas de las chatarrería se formó una gran fila de personas que llevaron a vender desechos reciclables. A final se tuvieron que regresar a casa con su chatarra y sin dinero.

Caso similar en Chile

En una chatarrería de Chile ocurrió algo similar, con la diferencia de que ahí el explosivo detonó y causó la muerte de un trabajador y tres más heridos.

Los trabajadores chilenos habían comprado un lote material metálico dado de baja de un cuartel militar, incluyendo explosivos que supuestamente ya no detonarían.

Sin embargo, cuando rompían las balas para separar los metales y obtener más dinero, sobrevino la explosión cuando uno de los trabajadores golpeó el artefacto. El empleado sufrió amputación de ambos brazos y murió de manera instantánea. Sus compañero sufrieron lesiones a causa de las esquirlas.