Iglesia de nuestra Señora de Belem, una muestra de la época colonial

Del templo, ubicado en la comisaría de Caucel, se desconoce su fecha exacta de construcción pero se cree su edificación general pertenece al siglo XVII.

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El templo de nuestra Señora de Belem forma parte de las iglesias históricas que se erigieron en Yucatán hace al menos cuatro siglos. (Jorge Acosta/Milenio Novedades)
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Ana Hernández/Milenio Novedades
MÉRIDA, Yuc.- El templo de nuestra Señora de Belem, ubicado en la comisaría de Caucel, que pertenece al municipio de Mérida, forma parte de las iglesias históricas que se erigieron en Yucatán hace al menos cuatro siglos y es de las más grandes construidas en comisarías de esta ciudad.

De acuerdo con información de varios investigadores que se recabaron en el Catálogo de Construcciones Religiosas del Estado de Yucatán, no hay datos precisos sobre la fecha de construcción de este templo católico, pero se cree que por su arquitectura general pertenece al siglo XVII.

La iglesia se ubica en el centro de esta población, ahora rodeado por modernos fraccionamientos, que han incrementado en gran medida el flujo de visitantes en la zona, se ubica a unos nueve kilómetros al poniente de Mérida.

Consta de atrio, templo y sacristía, durante algún tiempo este último espacio estuvo ocupado por una escuela del pueblo, pero en 1923 se devolvió para uso de la iglesia; el atrio rodea el templo por los cuatro costados, la barda que había sido destruida se reconstruyó en los últimos tiempos.

Fue hecha de una sola nave en mampostería, tiene tres accesos públicos, uno a cada costado y la entrada principal, en cada lado hay tres arcos “sacados” de sus gruesos muros que han sido aprovechados para colocar altares o nichos.

A la derecha de la entrada principal se ubica el bautisterio, en un pequeño espacio que se creó entre las paredes; del otro lado hay una escalera de caracol que sirve para llegar al coro y el techo de la iglesia.

En su fachada, esta iglesia ostenta en la parte alta una espadaña de dos cuerpos y cinco claros para campanas, tres en el primero y dos en el segundo, y en los costados tiene dos remates piramidales. Se calcula que tiene una altura exterior de aproximadamente 18 metros.

En el interior de esta iglesia católica, la pintura blanca y azul que le fue colocada en algún momento ha visto pasar sus mejores momentos. El lugar cuenta incluso con las antiguas bancas de madera, típicas en las iglesias de la época de la colonia.

En el piso del templo, aún hay cerca de 20 losas que se colocaron junto con los restos de hombres, mujeres y niños de esa zona de la ciudad que perdieron la vida, y por decisión de sus familiares.

Una de las más antiguas es la de doña Manuela Jau (así está escrito), que según dice falleció el 15 de noviembre de 1889; otra que ayuda a considerar la antigüedad de esta iglesia es la que comparten María Nieves y Francisco Canché: la primera murió el 20 de septiembre de 1909 y el del segundo el primero de agosto de 1910.

El lugar ha sido bien conservado, al grado tal que algunas de estas lápidas hechas de marmol de diversos colores, como gris, con bordes verdes, incluso en negro, conservan sus tonalidades.

Esta iglesia se levantó donde se presume estuvo un importante sitio maya, pues en diferentes zonas se hallaron diversos “cerros” con vestigios arqueológicos, aun ahora en la construcción de modernas empresas y escuelas, siguen apareciendo vestigios.

Aunque ahora viven miles de personas en los alrededores de la comisaría y es paso obligado de cientos de vehículos, el sitio aún conserva la calma de una población rural.

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