¿Qué pasará con Irán tras acuerdo nuclear?

Muchos se preguntan si lo iraníes tendrán las puertas abiertas para que adquieran armas nucleares o si se integrará a la comunidad de naciones.

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Un trabajador en bicicleta pasa frente a la refinería de petróleo al sur de Teherán, Irán. (Agencias)
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Dan Perry/Adam Schreck/The Associated Press
WASHINGTON, DC.- A medida que las potencias mundiales avanzan en las negociaciones en torno a un acuerdo nuclear con Irán, muchos se preguntan alarmados si esto abriría las puertas para que los iraníes adquieran armas nucleares. Un acuerdo, sin embargo, podría tener otras repercusiones importantes: ¿Se está gestando la incorporación de la República Islámica a la comunidad de naciones?

A simple vista, la respuesta es seguramente que no. El grupo P5+1, como se les dice a los países que negocian el acuerdo, no ha vinculado el tema nuclear con ninguna relajación gradual de las sanciones económicas vigentes.

Irán sigue sin tener relaciones diplomáticas con Estados Unidos, interrumpidas desde la revolución islámica y la toma de la embajada en Teherán de 1979. Irán es uno de cuatro países que Estados Unidos considera patrocinadores del terrorismo. Las sanciones han alejado a los inversionistas, dejando a Irán con pocos socios comerciales y con una economía muy debilitada.

En la región, aliados de Occidente y los estados petroleros del Golfo Persa gobernados por los suníes desconfían de la potencia chiita y consideran que desestabiliza su rincón del mundo al apoyar organizaciones armadas desde el Líbano hasta Yemen e Irak. Esa desconfianza alimenta a su vez divisiones sectarias que son explotadas por agrupaciones extremistas, incluido el grupo Estado Islámico, que considera a los chiitas herejes.

Un acuerdo podría empeorar las tensiones. Potencias árabes como Arabia Saudita y Egipto podrían llegar a la conclusión de que se le permitió a Irán acercarse demasiado a las armas nucleares y decidir que ellas también necesitan programas nucleares, lo que avivaría el fuego en el polvorín más explosivo del mundo.

Al mismo tiempo, sin embargo, eliminaría un obstáculo gigante en las relaciones de Irán con el resto del mundo. El temor de Occidente de que Irán adquiera armas nucleares ayudó a forjar un consenso de que había que aislar al país. Eliminado ese temor, aumentarían probablemente los llamados para que se resuelvan otras disputas. Y esto podría alterar la política interna iraní de formas imprevisibles.

Para los pensadores y políticos occidentales, Irán representa un gran desafío. Por un lado, es la manifestación moderna de una orgullosa civilización persa, un mercado potencialmente lucrativo con las cuartas reservas de petróleo más grandes del mundo. Por el otro, incluso después de la firma de un pacto, para mucha gente Irán seguiría siendo una amenaza, un país que se inmiscuye en los asuntos de otros en la región y que oprime a su gente.

Aspectos a considerar, en momentos en que Estados Unidos e Irán negocian un acuerdo en Lausana, Suiza.

Incentivos económicos

Hay enormes incentivos mutuos para una normalización de las relaciones comerciales con Irán. Luego de varios años aislada de Occidente, Irán ofrecería grandes oportunidades para la inversión extranjera y la modernización de la infraestructura. El petróleo será asimismo una tentación.

El país tiene 80 millones de habitantes de buen nivel educativo. El ingreso per cápita promedio es de cinco mil dólares por persona, que rinden mucho más que en Occidente, indicio de una economía distorsionada que podría cambiar rápidamente.

A corto plazo, se podría esperar un levantamiento de las sanciones, que destrozaron la moneda iraní y causaron desempleo y miseria. Posteriormente se podrían explorar acuerdos económicos que acercarían más a Irán al resto del mundo.

La influencia de Irán en la región

Irán, con su mayoría persa, tiene enorme influencia en el vecino mundo árabe, donde por siglos ha explotado la enemistad entre musulmanes suníes y chiitas.

Dispone prácticamente de un brazo armado en el Líbano, la organización Jezbolá, que financia, entrena y asesora. Esto ayudó a que los chiitas libaneses, que son mayoría relativa en un país donde hay además suníes, cristianos y drusos, dominasen la nación. Ha permitido que Bashar Assad, cuya secta alauita es una rama de los chiitas, controle el gobierno de Siria financiándolo y aportando combatientes de Jezbolá.

Jezbolá de vez en cuando embarca al Líbano en costosos conflictos con Israel y ha sido acusado de perpetrar atentados terroristas desde Bulgaria hasta Buenos Aires. Se cree asimismo que Irán apoya indirectamente a los rebeldes chiitas houthi en Yemen, que en tiempos recientes se apoderaron de buena parte del país y expulsaron al gobierno de la capital Saná.

Paralelamente, hay intereses comunes con Occidente. Irán y Washington cooperaron estrechamente en la lucha contra el talibán en Afganistán en el 2001. En un nuevo giro, Irán está haciendo aportes vitales a la lucha del gobierno chiita de Irak en su lucha contra el Estado Islámico. El objetivo al ayudar a otros chiitas es aumentar su influencia y al mismo tiempo combatir lo que percibe como una distorsión tóxica del Islam. Si bien la teocracia iraní puede parecer opresiva a los ojos occidentales, la opresión religiosa de Arabia Saudita no ha impedido que Estados Unidos sea un estrecho aliado del reino.

Dominó nuclear

Todos los informes circulantes indican que Irán no quedará en condiciones de producir armas nucleares en caso de que se firme un acuerdo. Conservará su programa de enriquecimiento del uranio, pero no dispondrá de otros elementos necesarios. Israel, que se cree tiene armas nucleares, no es la única preocupada por la posibilidad de que Irán llegue a contar con ellas. También a los países árabes les inquieta esa perspectiva.

El príncipe Turki al-Faisal, miembro de la familia real saudí que fue jefe de los servicios de inteligencia de su país, dio a entender que el programa nuclear de Irán podría desatar una carrera regional de armas. "Si Irán está en condiciones de enriquecer uranio, a cualquier nivel, Arabia Saudita no es el único que va a querer eso también", declaró a la BBC.

¿Cambio de régimen?

A los ojos de los clérigos gobernantes de Irán, un acuerdo representaría el reconocimiento mundial de la teocracia islámica. Desde su llegada al poder en 1979, los mulás han estado convencidos de que Occidente quería derrocarlos. Pero ahora podrían decirle a su pueblo que sus peores enemigos se han visto obligados a negociar con ellos.

Esto reforzaría el sistema actual, con su delicado equilibrio entre el líder supremo, el ayatola Ali Khameini, los sectores intransigentes y elementos relativamente moderados como el presidente Hassan Rouhani. Nuevos acercamientos con Occidente, por otro lado, darían impulso a los moderados, aumentando las presiones para que los clérigos hagan concesiones.

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