'Quiero ir a la escuela, pero tengo que ayudar a mi familia'

Con 11 años de edad, Sedaqat trabaja como guardia de tráfico voluntario en una peligrosa carretera para poder mantener a su familia.

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Sedaqat hace señas a vehículos en el paso de Maipur, en la principal autopista de Kabul a Pakistán, cerca de Kabul. (AP/Rahmat Gul)
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Agencias
KABUL, Afganistán.- Aunque la Convención sobre los Derechos del Niño obliga a los gobiernos a proteger a los jóvenes menores de 18 años de la explotación laboral, de la exposición a trabajos peligrosos y del trabajo que pueda interferir con la educación, en muchos países este fenómeno se sigue dando, como en Afganistán, según publica the Associated Press.

En un puerto de montaña a las afueras de la capital afgana, los camiones que bajan por la autopista reducen la velocidad cuando Sedaqat, de 11 años, alza su cartel hecho en casa para indicar una curva cerrada.

El niño trabaja como guardia de tráfico voluntario en una curva peligrosa de la carretera y pasa todo el día a la intemperie con un frío atroz para conseguir propinas de conductores agradecidos. En un buen día gana el equivalente a cuatro dólares, con los que mantiene a su familia.

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Sedaqat, que como muchos afganos sólo utiliza un nombre, es uno de los muchos niños que ganan dinero como guardias de tráfico voluntarios en el paso de Maipur, en la principal autopista que conecta la capital del país con Pakistán.

Abarrotada de autobuses, camiones y autos, la carretera serpentea entre picos escarpados en un país donde las imprudencias y el pobre mantenimiento de las carreteras contribuyen a un elevado número de accidentes mortales.


Vehículos viajan en el paso de Maipur, a lo largo de la carretera principal de Kabul a Pakistán.

La principal preocupación de Sedaqat es el humo de los tubos de escape, que hace que le duelan los ojos por la noche. Él preferiría ir a la escuela, pero como hermano mayor es su responsabilidad mantener a la familia desde que su padre, que fabrica ladrillos, desarrolló dolores crónicos de estómago.

"Cada día advierto a mi hijo sobre los autos que vienen desde Kabul. Los conductores son completamente descuidados y temo por la vida de mi hijo", dijo su padre, Nader Khan. "Me duele verlo trabajar y preferiría verlo ir a la escuela. Pero lo que gana él ahora es el único ingreso que tenemos en la familia".

Afganistán prohíbe que los menores de 14 años trabajen y ha ratificado convenciones internacionales contra el trabajo infantil. Pero grupos de derechos señalan que las leyes al respecto no se aplican de forma estricta. Human Rights Watch ha calculado que un cuarto de los niños afganos menores de 14 años trabaja para ganarse la vida, muchos en industrias peligrosas como la fabricación de ladrillos o la minería.


Sedaqat recibe un consejo de un automovilista en el paso de Maipur.

En una reciente mañana invernal, mientras otros niños iban a la escuela, Sedaqat colocó unas latas de combustible en color negro, rojo y azul en su curva preferida de la autopista y alzó su señal de tráfico de madera.

"Cuando veo a otros chicos yendo a la escuela, me siento triste porque yo también quiero ir a la escuela", dijo Sedaqat. "Pero sé que soy el único trabajador en mi familia. Tengo que trabajar para ayudarnos a mí y a mi familia a sobrevivir".

El pequeño dijo que el gustaría convertirse en un policía de tránsito de verdad, un empleo con el que se ganan unos 180 dólares al mes. Pero eso requeriría algo de educación.

"Ahora tengo que hacer esto para apoyar a mi familia", dijo. "Quizá un día me convierta en policía de tráfico de verdad y ayude a mi país".

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