El Papa viaja 'como cualquier cristiano'

Trasladó a Juan Pablo II en sus 104 viajes internacionales, a Benedicto XVI en sus 24 recorridos y a Francisco, que hasta ahora lleva siete giras.

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Francisco bendice a los fieles durante la audiencia general semanal en la Plaza de San Pedro, en el Vaticano. (Agencias)
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Agencias
CIUDAD DEL VATICANO.- El Vaticano carece de aeropuerto y de flota de aviones privados, por ello cuando el Papa emprende un viaje apostólico internacional utiliza aeronaves que ponen a su disposición aerolíneas comerciales.

La historia de las giras papales intercontinentales es reciente, en comparación a los dos mil años de antigüedad de la iglesia católica. El Pontífice que inauguró la tradición de estos viajes fue Pablo VI con su visita a Tierra Santa en 1964.

Por eso lo llamaron el “Papa peregrino”, aunque el mundo atribuiría después ese apelativo a Juan Pablo II. Pero antes de Giovanni Battista Montini, los obispos de Roma no solían moverse de su entorno territorial.

Pablo VI visitó los cinco continentes en sus 10 giras internacionales y así abrió un camino global que consolidaron de manera decidida sus sucesores Karol Wojtyla, Joseph Ratzinger y Jorge Mario Bergoglio.

Desde el principio, la organización logística de los viajes apostólicos fue un desafío para El Vaticano que, por su cercanía y relación, se apoyó en las estructuras italianas, como la compañía aérea de bandera, Alitalia.

Así, esa aerolínea no dejó de conducir a Juan Pablo II en sus 104 viajes internacionales, a Benedicto XVI en sus 24 recorridos y a Francisco, que hasta ahora lleva siete giras fuera del territorio italiano en sus dos años de pontificado.

Con los años, algunas compañías aéreas comenzaron a competir por tener el honor de transportar al obispo de Roma y lo han conseguido. Por ello se consolidó la costumbre de que en los viajes de ida, el Papa vuela con Alitalia y en los de regreso con la línea aérea de bandera, según sea el caso.

Esta premisa no se ha cumplido en todas las ocasiones, por diversos motivos.

Durante el pontificado de Benedicto XVI ese honor fue para las líneas aereas: Iberia (España), Lufthansa (Alemania), Quantas (Australia), LOT (Polonia) y Turkish (Turquía).

Ya con Juan Pablo II tanto Aeroméxico como Mexicana de Aviación tuvieron la oportunidad de transportar a Wojtyla, en alguna de sus cinco visitas a territorio mexicano.

Pero las excepciones han sido importantes, como por ejemplo en Brasil o Estados Unidos, donde no hay acuerdo entre American Airlines y United Airlines. En esos casos El Vaticano optó por hacer todo el recorrido con Alitalia.

Cuando la agenda papal contempla desplazamientos internos entre diversas ciudades de un mismo país, el Pontífice se traslada en helicóptero o en aviones del gobierno, aunque en ciertos casos también se ha servido de Alitalia o de la aerolínea local.

Para su primer viaje internacional a Brasil, en julio de 2013, el Papa Francisco solicitó expresamente que el avión elegido no tuviera ninguna característica particular.

Rechazó además el montaje de un catre, que solía colocarse para sus antecesores en los periplos intercontinentales.

Al contrario, Francisco sorprendió manteniendo un estilo sobrio y pidiendo que su vuelo despegara del mismo aeropuerto del que parten la mayoría de los turistas cuando salen de Roma: El Leonardo Da Vinci de Fiumicino.

De esa manera rechazó el protocolo tradicional de la base aérea de Ciampino, donde –sin embargo-, suele aterrizar a su regreso de sus visitas internacionales.

“No tenía la llave de la bomba atómica. La llevaba porque siempre lo he hecho así: cuando viajo, la llevo”, respondió Francisco a su regreso de Río de Janeiro, cuando fue cuestionado de por qué abordó cargando un gastado maletín negro.

“Siempre he llevado una cartera cuando viajo, es normal. Tenemos que ser normales. No sé, me resulta un poco extraño lo que usted me dice, que haya dado la vuelta al mundo esa foto. tenemos que acostumbrarnos a ser normales. La normalidad de la vida”, subrayó.

En efecto, aquella fotografía del Papa con su maleta dio la vuelta al mundo. Otro ejemplo de sobriedad que captó la atención, sobre todo, del grupo de corresponsales y fotoperiodistas que lo acompañaban en ese viaje.

En cada gira, entre 50 y 70 representantes de los medios internacionales de comunicación forman parte del “séquito” del Papa, que incluye algunos cardenales y funcionarios de la Santa Sede, su médico personal y sus guardaespaldas.

A todos ellos las aerolíneas ofrecen un menú de primera clase y los aviones son adornados con los escudos del Pontífice reinante. Algunas compañías llegan a bautizar ciertos aviones en honor al Papa, como el “Pastor 1” que condujo en varias ocasiones a Benedicto XVI.

Francisco inauguró la tradición de largas conferencias de prensa con preguntas libres en sus viajes de regreso, después de convivir con multitudes en los países que visita. De ida se limita solo a saludar de mano a cada periodista.

Esto luego de las encendidas polémicas suscitadas por declaraciones de Joseph Ratzinger, quien solía responder preguntas de los periodistas en los vuelos de ida y más de una vez sus consideraciones terminaban opacando los viajes apostólicos.

No obstante, Bergoglio no ha evitado las controversias como cuando, en su viaje a Filipinas y Sri Lanka de enero de 2015, dijo que si un cercano colaborador suyo le insultaba a la madre “se ganaba un puñetazo”, en referencia a la libertad de expresión y los ataques terroristas tras la masacre en la revista satírica Charlie Hebdo.

Por la cercanía y la interlocución directa con el Papa, la participación en los viajes apostólicos es ambicionada por los grandes medios a nivel mundial, que están dispuestos a pagar para sus corresponsales boletos hasta tres o cuatro veces más caros que la tarifa normal.

Un atractivo que se ha reforzado con Francisco, un personaje de gran popularidad, por eso, en cada vuelo, quedan afuera hasta dos terceras partes de los comunicadores que presentan su solicitud para formar parte del viaje papal.

(Con información de Notimex)

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