El apellido, bendición o lastre para políticos uruguayos

Hijos de expresidentes y hasta de un exguerrillero participan en contienda electoral en el país sudamericano.

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Pedro Bordaberry (izq) al salir de la cárcel donde se encuentra su padre, el expresidente convertido en dictador Juan María Bordaberry. (Agencias)
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Agencias
MONTEVIDEO, Uruguay.- Luis Lacalle Pou, candidato de oposición a la presidencia en la segunda ronda electoral del 30 de noviembre, ha tomado distancia de su padre, el expresidente Luis Alberto Lacalle Herrera. Raúl Sendic, aspirante a la vicepresidencia por el oficialismo, no recuerda en su campaña que es hijo de un influyente guerrillero, de igual nombre, fundador de los Tupamaros.

Y no son los únicos políticos que soslayan el pasado político de sus padres. Pedro Bordaberry, candidato a la presidencia que no sobrevivió a la primera vuelta tras quedar tercero en la votación, también rehúye la asociación con su padre Juan María Bordaberry, quien fue presidente constitucional entre 1972 y 1973 y luego gobernó de 1973 y 1976, durante los tres primeros años de una dictadura cívico-militar que finalizó en 1985.

En la política uruguaya, los apellidos famosos pueden ser tanto una bendición como un lastre.

El que haya tantos candidatos que son hijos de políticos de renombre "es una cosa bastante llamativa, que provoca cierta perplejidad y puede dar una idea equivocada, porque la política uruguaya no es oligárquica y nuestro sistema de partidos es abierto", dijo a The Associated Press el historiador político José Rilla, profesor e investigador de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de la República. "Ser el hijo de un político importante o de un presidente te da más visibilidad".

"Pero no es algo automático, el candidato más allá de quién sea su padre, tiene que hacer bien su trabajo. De lo contrario no funciona", agregó Jorge Lanzaro, politólogo del Instituto de Ciencias Políticas de la Universidad de la República.

"Los créditos políticos importantes en Uruguay no te los da la sangre, hay que ganarlos en la cancha", dijo Rilla, para quien en los casos de Lacalle, Bordaberry y Sendic su apellido no es determinante en sus carreras.

Lo excepcional del caso uruguayo es que tres integrantes de las fórmulas presidenciales, hijos de célebres políticos, hoy buscan desligarse total o parcialmente de sus padres y no ser identificados cien por ciento con su historia. "Las dinastías políticas a veces pueden jugar como una pesada mochila y no ser algo a favor", agregó Rilla. "Las referencias familiares pueden ser ayudas o contras", coincidió el politólogo Lanzaro.

A Lacalle Pou sus orígenes familiares con seguridad lo ayudaron a iniciarse, pero hoy no quiere ser vinculado con el legado de su progenitor.

De 41 años y diputado en tres períodos consecutivos, sorprendió cuando en junio venció en las elecciones internas de su partido al senador Jorge Larrañaga, de mayor trayectoria, y se aseguró la candidatura presidencial. Es bisnieto de Luis Alberto de Herrera, uno de los máximos próceres del Partido Nacional, y su padre encabezó entre 1990 y 1995 un gobierno marcado por los intentos de privatizar las poderosas empresas estatales del país, frustrado en un plebiscito convocado por los sindicatos y la oposición.

José Rilla, profesor e investigador, dijo que los créditos políticos importantes en Uruguay no te los da la sangre, hay que ganarlos en la cancha

También se registraron sonados casos de corrupción durante la gestión de Lacalle padre.

Lacalle Herrera disputó el balotaje de las pasadas elecciones de 2009, cuando fue derrotado por el actual presidente José Mujica. Durante aquella campaña, sus opositores y la prensa le recordaron una y otra vez su vocación privatizadora, un anatema para la mayoría de los uruguayos, y aquellos casos de corrupción.

En la actual campaña, Lacalle Pou, de 41 años, hizo todo lo posible para alejarse de su padre. Lacalle Herrera no apareció en actos políticos, ni en la publicidad de su hijo, a pesar de que sigue siendo senador del Partido Nacional. Lacalle Pou, además, se rodeó de gente que no integró el gobierno de su progenitor.

"Lacalle Pou ha tratado de diferenciarse de su padre, y lo ha dejado tras bambalinas. Ha sido una estrategia muy razonable. Como queriendo decir que no es el hijo de papá, cuando en realidad sí lo es", dijo Lanzaro.

Tabaré Vázquez, candidato a la presidencia del Frente Amplio de Mujica, no tiene antepasados célebres, pero su compañero de fórmula Sendic sí.

Su padre fue uno de los fundadores y el máximo héroe del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros, la guerrilla procubana que se levantó en armas a mediados de los años 60. El Che Guevara, de visita en Montevideo, les pidió en 1961 a los Tupamaros que no se rebelaran contra la democracia uruguaya, a la que consideraba excepcional en el continente. Pero no le hicieron caso.

Sendic hijo, que creció y estudió en Cuba mientras su padre estuvo preso entre 1972 y 1985 (el primer año en democracia, luego bajo la dictadura militar), llegó por primera vez a la Cámara de Diputados en el 2000, once años después de la muerte de su padre, ocupando una banca por un pequeño grupo radical afín a los tupamaros. Luego, sin embargo, abandonó ese sector y moderó sus posiciones. El presidente Mujica lo eligió para presidir la petrolera estatal Ancap.

Hoy Sendic hijo, de 51 años, ha escalado posiciones dentro del Frente Amplio y no cuestiona la democracia ni reivindica la lucha armada como hizo su padre. En su campaña electoral, la figura de su progenitor guerrillero estuvo tan ausente como la de los padres de Lacalle Pou y Bordaberry. "Nunca fue usado ni apareció en la campaña. Tampoco sus adversarios le recordaron al hijo que el padre fue el que anduvo a los balazos en los años 60", dijo Lanzaro.

El de Bordaberry es tal vez el ejemplo más notorio.

"En su caso, el apellido es una piedra enorme que carga sobre sus hombros", dijo el historiador político Rilla. "Es una prueba de lo abierto que es el sistema político uruguayo, por la inversa: aún con un apellido tan pesado, con una historia tan traumática, es posible tener una carrera política. Es otra prueba de que la sangre no es todo".

Bordaberry, de 54 años, es nieto del senador Domingo Bordaberry. Su padre, el ex presidente, murió en prisión domiciliaria en 2011, tras ser condenado por crímenes cometidos durante una dictadura que hoy genera repudio y nadie reivindica, tampoco su hijo. Más que un aliento, su apellido es un ancla. Aun así, Pedro Bordaberry ya ganó dos veces consecutivas las internas del Partido Colorado y su candidatura presidencial.

Bordaberry, que se hace llamar "Pedro" a secas en sus campañas, fue candidato derechista del Partido Colorado y obtuvo un tercer lugar, con el 13 por ciento de los votos, que lo dejó fuera de carrera en la primera ronda.

Vázquez recibió el 48 por ciento y Lacalle Pou el 31 por ciento, avanzando ambos a la segunda vuelta.

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