EFE
SEÚL, Corea del Sur.- Las deserciones de norcoreanos a Corea del Sur crecieron un 16 por ciento interanual en los primeros cinco meses de 2016, después de caer con firmeza en los últimos años tras la llegada al poder de Kim Jong-un, según mostraron datos del Gobierno surcoreano.

El número total de norcoreanos que solicitaron asilo en el vecino del Sur entre enero y mayo fue de 590, según las cifras del Ministerio de Unificación.

Es la primera vez que la llegada de desertores se incrementa a un ritmo semejante desde que en 2011 Kim Jong-un comenzó a liderar el régimen de Pyongyang tras la muerte de su padre.

Los funcionarios de Unificación creen que este aumento podría responder en parte al efecto de las duras sanciones que la ONU implementó en marzo contra el hermético país como castigo a la prueba nuclear y al lanzamiento de un misil intercontinental realizados por el ejército norcoreano en enero y febrero.

Las deserciones en grupo, como la que protagonizaron en abril los 13 norcoreanos que trabajaban en uno de los restaurantes del régimen en China, constituyen una rareza y han contribuido también a incrementar el número, según Unificación.

En todo 2009 se contabilizaron  dos mil 914 deserciones, un récord que fue descendiendo gradualmente aparentemente por la mejora de la economía norcoreana y por la mayor vigilancia que se comenzó a aplicar en la frontera con China, principal ruta de escape.

El Ministerio de Unificación considera que al ritmo actual el número volverá a crecer este año y alcanzará una cifra de en torno a mil 500, lo que supondría un 17.5 por ciento más con respecto a 2015.

Se cree que en otoño se alcanzará la cifra acumulada de 30 mil deserciones al Sur, un fenómeno que comenzó a crecer cuando la economía norcoreana se hundió en los noventa a raíz de la desaparición del bloque comunista y el país sufrió una hambruna que que acabó con la vida de cientos de miles de personas.

Las dos Coreas siguen técnicamente en guerra, ya que el conflicto que las enfrentó entre 1950 y 1953 se saldó con un alto el fuego en vez de un tratado de paz.

El ejército norcoreano patrulla intensamente la frontera entre los dos países para evitar las deserciones, por lo que la ruta de salida suele ser a través de China y un tercer país -principalmente Tailandia y Mongolia- desde el que los desertores solicitan asilo a través de las embajadas surcoreanas.