Aún viven con terror pese a tregua de pandillas

Aunque las autoridades dicen que la tasa de crimenes ha bajado un 52%, los ciudadanos viven una dura realidad.

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Un pandillero de la Mara Salvatrucha corta madera en la cárcel de San Pedro Sula. (Agencias)
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Agencias
ILOPANGO, El Salvador.- Varios jóvenes acuden una vez a la semana a cobrar 20 dólares al propietario de una tienda, el "impuesto" que tiene que pagar si desea que su negocio continúe funcionando y que no le pase nada a su familia.

Esta rutina no ha cambiado a pesar de la tregua entre las pandillas callejeras salvadoreñas, a consecuencia de lo cual las autoridades afirman que ha redundado en una declinación marcada en el número de homicidios en el país.

Aunque tal vez haya más tranquilidad para los miembros de las pandillas, persiste el ambiente de terror en el que viven los salvadoreños promedio como Carlos Tévez, dueño de la tienda en la localidad de Santa Tecla, dio a conocer The Associated Press.

Su situación es un ejemplo preventivo del panorama que espera a los habitantes de la vecina Honduras, donde las pandillas anunciaron el martes una tregua similar.

"Las cosas no han cambiado, siguen con la renta, llegan, piden cosas, pero no las pagan", dijo Tévez. "Yo pago veinte dólares cada semana, pero de repente llegan, piden arroz, frijoles, lo que se les antoja. Si no les doy, pues, me pueden matar".

"Así es la vida aquí, los muchachos llegan y piden, si uno no les da corremos peligro, nos pueden matar. No nos queda de otra, hay que pagar hasta que esto termine", apuntó.

A decir de las autoridades, los homicidios han bajado 52% en El Salvador, donde se registraban a diario un promedio de 14 antes de la tregua de marzo de 2012.

Acuerdo similar

Las mismas pandillas anunciaron el martes un acuerdo similar en Honduras, donde un promedio de 20 personas son asesinadas a diario en un país al que se describe como el más peligroso en el mundo.

La experiencia de los salvadoreños no alienta la esperanza de sus vecinos hondureños de que habrá un cambio positivo súbito en sus vidas cotidianas.

"Hasta no ver no creer, como dijo Santo Tomás", afirmó el hondureño Roberto Zelaya, de 32 años. Zelaya figura entre los innumerables taxistas obligados a pagar extorsión para que se les permita trabajar.

"Llegan al punto de taxis, dejan un teléfono y llaman para avisar de qué día llegan a cobrar la renta. Si no se paga, vienen y matan a uno de nosotros. Nadie va a dejar esa mina de oro fácil. Somos nosotros los que necesitamos ayuda, no ellos", agregó.

Las pandillas reconocieron el martes que la tregua no parará de inmediato las extorsiones en Honduras.

"Vámonos por partes", dijo un portavoz de la Mara Salvatrucha que se identificó sólo como Marcos.

Sin rehabilitación

En declaraciones a la prensa desde su celda en Honduras, Marcos subrayó que por ahora no hay un trabajo legítimo de rehabilitación para los miles de miembros de las pandillas.

Por su parte, las pandillas en El Salvador reconocen abiertamente que continuarán sus extorsiones y amenazas contra los habitantes de las zonas que controlan.

Los grupos cuentan actualmente con cerca de 70.000 miembros tan solo en El Salvador, en su mayoría jóvenes, con unos 9.000 de ellos en prisiones, desde donde continúan como jefes y dirigen actividades delictivas que se ejecutarán en el exterior.

La comunidad salvadoreña de Ilopango fue declarada en enero la primera zona libre de violencia en enero; ocho más siguieron desde entonces y la más reciente, el 8 de mayo, fue Nueva Concepción, en el norte de El Salvador.

En Honduras, las pandillas se comprometieron el martes a cero violencia y cero crimen en las calles en un primer paso para mostrar su buena fe al gobierno, que no ha respondido aun oficialmente.

Adam Blanckwell, secretario para seguridad en la Organización de los Estados Americanos (OEA), que contribuyó a negociar ambas treguas, dijo el miércoles a The Associated Press que una comisión será nombrada en los próximos días en Honduras para dar seguimiento a la tregua y establecer un diálogo entre los jefes de las pandillas y el gobierno.

El presidente hondureño Porfirio Lobo dijo que apoya la iniciativa.

En un incidente de fecha reciente en Ilopango, tres pandilleros dispararon contra un taller mecánico que se rehusó a pagar la protección. El dueño del lugar y su esposa resultaron heridos y la Policía recogió 20 casquillos en el lugar.

Extorsión no es opción

"Estamos de acuerdo en que la extorsión tiene que desaparecer, eso no es una opción. Lo mismo para la violencia. Pero tenemos que crear las condiciones para que nuestros miembros puedan tener acceso al trabajo, la educación", dijo Carlos Ernesto Mojica Lechuga, líder de la pandilla barrio 18 de El Salvador.

"La familia tiene que comer y nuestros salarios provienen de la extorsión", añadió uno de los miembros de la Mara Salvatrucha que ha aceptado la tregua.

El presidente salvadoreño Mauricio Funes anunció hace dos semanas una inversión de 33,3 millones de dólares para impulsar programas sociales y capacitación de empleo para miembros de pandillas en seis de los nueve municipios declarados "libres de violencia" de acuerdo a la tregua.

El primer segmento de recursos, casi 19 millones, será canalizado a la creación de empleos, capacitación y empresas individuales; además seguirán después partidas para educación y salud.

Sin embargo, la dinámica es diferente en Honduras.

De acuerdo a un informe de la ONU en 2010 sobre el delito, apenas 30% de los homicidios son resultado de violencia entre pandillas.

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