'Este lugar era un paraíso'

Ya pasó un año desde que los habitantes de Bento Rodrigues perdieron no solo a parte de sus familias sino también sus pertenencias y empleos.

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Una calavera de vaca fijada a un poste ante una aldea destrozada por un deslizamiento de tierra, provocado por el colapso de una presa el 5 de noviembre de 2015 que retenía residuos mineros en Paracatu, Brasil. (AP/Leo Correa)
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Agencias
BENTO RODRIGUES, Brasil.- Extendiéndose debajo de las exuberantes montañas, este valle goza de una vasta riqueza natural, incluidas vetas de oro y uno de los mayores depósitos de mineral de hierro en el mundo, descubrimientos que convirtieron a esa zona en la región minera de Brasil y el nacimiento de uno de los principales productores de minerales en el mundo.

Pero para algunos habitantes, la industria les dio la espalda hace un año, cuando la presa que contenía un enorme embalse de desperdicios minerales se reventó, lo que desencadenó un tsunami de lodo que dejó 19 muertos, enterró poblaciones enteras y contaminó cientos de kilómetros de ríos, arroyos y bosques. Las mil 200 personas que perdieron sus hogares cuando casi 500 casas, clínicas, escuelas y puentes quedaron destruidos, aún viven en refugios temporales a la espera de ser reubicados en nuevos asentamientos.

"Este lugar solía ser un paraíso. Era lo más bonito que usted haya visto", dijo Geraldo de Oliveira mientras caminaba por la devastada aldea de Paracatu, donde su casa quedó destruida. En una colina a la distancia, una cascada ahora es de color rojizo. "Se le llenan a uno los ojos de lágrimas. Perdimos el lugar que amábamos tanto".

De acuerdo con The Associated Press, las familias cuyas vidas fueron trastocadas por la tragedia del 5 de noviembre de 2015 dicen que se sienten traicionadas por la compañía responsable: Samarco, una empresa conjunta de dos de las principales mineras del mundo, Vale de Brasil y BHP Billiton de Australia. La mayoría de los habitantes siguen a la espera de que Samarco pague por las posesiones que perdieron y les construya nuevas aldeas.

Luchan también por impedir la construcción de un dique de emergencia que inundaría una parte de lo que quedó del poblado más afectado al momento de que la presa se rompió en la mina de hierro Fundao. La empresa y el gobierno aseguran que la barrera es necesaria para impedir que se derramen más residuos en el río Doce.


Los pescadores siguen teniendo problemas para ganar dinero, ya que no pueden pescar en el río.

A pesar de lo mucho que las personas culpan a Samarco, saben también que la minería ha creado miles de empleos y ha generado millones de ingresos fiscales, lo que deja entrever la influencia que las corporaciones multinacionales a menudo tienen en las áreas en las que operan, que suelen ser pobres y rurales. Tras el colapso de la cuenca, la prensa local reportó que 13 legisladores federales y 20 representantes estatales designados a comisiones especiales para que supervisaran los esfuerzos de recuperación habían recibido donaciones sustanciales por parte de Vale, la enorme compañía brasileña que comenzó en el ahora devastado valle ubicado a 400 kilómetros (250 millas) al norte de Río de Janeiro.

Durante cuatro décadas, Samarco y Vale generaron una influencia en el área, al crear miles de empleos en la municipalidad de Mariana y en las poblaciones y aldeas vecinas que resultaron más afectadas. En 2014, Samarco y Vale le pagaron a Mariana 68.9 millones de reales (unos 26 millones de dólares) en regalías, casi el doble de lo que la ciudad recaudó en impuestos. Apenas unos meses antes del peor desastre ambiental en la historia de Brasil, Samarco había sido elogiada como una empresa modelo por una prestigiosa escuela de negocios y una revista minera de la región, debido a sus esfuerzos por ahorrar agua y reducir las emisiones de gases generadores del llamado efecto invernadero.

En Bento Rodrigues, un poblado en Mariana que ahora está sumergida bajo una gruesa capa de lodo, las personas describieron que ocasionalmente Samarco proporcionaba los fondos para ferias callejeras e incluso fiestas privadas.

"La compañía era bien vista aquí. Pensábamos que estaba entre las mejores y nos sentíamos cómodos", dijo Antonio Pereira Goncalves, un taxista que en una mañana reciente caminó por el poblado y apuntó hacia su baño verde, la única habitación que se mantuvo en pie luego de que el alud impactó su casa. "Pero lo que hacían era distraernos para que no viéramos que había una bomba".


Los perros juegan con los escombros de una casa que quedó devastada por el alud.

Los fiscales presentaron el 20 de octubre cargos de homicidio imprudencial y daños ambientales en contra de 21 ejecutivos brasileños y extranjeros, y señalaron que la presa de desechos que se rompió era una bomba de tiempo.

"La presa Fundao mostraba claras señales de que podría romperse", dijo Jose Adercio Leite Sampaio, un fiscal federal de la procuraduría general del estado de Minas Gerais.

Esa agencia también ha interpuesto una demanda civil por 43 mil millones de dólares en compensaciones económicas y ambientales a causa de la falla de la presa, en la que equipara el desastre con el derrame petrolero de la plataforma Deepwater Horizon de BP en el Golfo de México.

En tanto, el ministerio ambiental de Brasil ha impuesto siete multas por un total de 292.8 millones de reales (alrededor de 94 millones de dólares) con relación al desastre, y el gobierno de Minas Gerais impuso sanciones por 112 millones de reales (36 millones de dólares). Samarco aún no realiza un solo pago en lo que disputa las cifras.

Además de preocuparse por los desechos que permanecen en la cuenca y que podrían llegar al río durante la temporada de lluvias, las autoridades también temen que los residuos de mineral de hierro que se encuentran apilados a lo largo de decenas de kilómetros de los ríos del valle puedan terminar en el agua, lo que incrementaría la muerte de los peces y la vegetación. Argumentan que Samarco no ha tomado las medidas apropiadas para restaurar la zona.


Imagen del pueblo de Paracatu, Brasil, destruida por un deslave provocado en noviembre de 2015.

Maury de Souza Jr., oficial en jefe de la compañía para proyectos sustentables, dijo que Samarco ha invertido mil millones de reales (unos 320 millones de dólares) para reforestar los bancos del río, construir diques que contengan los residuos minerales y pagar beneficios a las personas afectadas por el desastre: paga el salario mínimo para un miembro de un hogar y una suma adicional por cada uno de los que dependen de él.

Con una deuda de millones de dólares a los tenedores de bonos, Samarco no ha logrado hacer pagos recientes de intereses y sopesa reestructurar su deuda. BHP Billiton y Vale esperaban que Samarco reiniciaría sus operaciones más adelante este año, pero la empresa no ha obtenido las licencias requeridas. Mientras tanto, BHP Billiton, la compañía minera más grande del mundo, dijo que el desastre le costó dos mil 200 millones de dólares para el año fiscal que terminó el 30 de junio en gastos extraordinarios relacionados con la ruptura de la presa. Sin embargo, un repunte reciente en los precios del mineral de hierro podría compensar los daños que sufrieron las gigantescas compañías, que tienen minas en todo el mundo. El jueves, Vale reportó un incremento en sus ganancias del tercer trimestre gracias al aumento en los precios.

Desde que Samarco suspendió el trabajo en la zona, la municipalidad de Mariana ha visto cómo sus ingresos se redujeron a casi la mitad.

Las personas que perdieron sus casas en las devastadas localidades de Bento Rodrigues y Paracatu viven a lo largo de la ciudad adoquinada de Mariana, a la espera de ser reubicadas en nuevas aldeas rurales. Muchos se sienten como prisioneros en sus apartamentos urbanos temporales, añorando sus antiguas casas en el campo, en donde sus hijos podían caminar libremente entre los sembradíos de pimienta y ver animales de granja.

Paracatu parece saqueada. Toda la aleda tiene el color del barro. Una iglesia tiene una marca marrón del nivel del agua que alcanza la mitad de sus torres. Los escritorios en el segundo piso de una escuela primaria están enterrados en el fango. Las muñecas Barbie, los animales de felpa y las historietas quedaron esparcidas por todo el lugar, como si un tornado hubiera pasado por ahí.


Imagen que muestra las marcas del límite de las aguas del Río Doce en los troncos de los árboles.

Una tarde reciente, María do Carmo Pereira Ramos no pudo contener el llanto mientras contaba que a causa de la devastación se rehúsa a volver a Paracatu, donde nació y creció. Leyó un poema y entonó una canción sobre el sufrimiento de su pueblo tras el desborde de la presa.

"A nuestra historia se la llevó el fango", leyó. "Paracatu y Bento Rodriguez nunca volverán a ser lo que eran".

Marinalva dos Santos Salgado recuerda estar en una parada de autobús cercana a su casa cuando vio que una ola gigante de lodo se acercaba, por lo que se apresuró a llegar a casa y advertirle a su familia. Dijo que las imágenes de ese día se han quedado fijas en su cabeza. Sufre de ansiedad y toma píldoras para dormir y dejar de pensar en su propiedad destruida y en las 19 personas que murieron.

"A veces sueño en que salvamos a todos. A veces sueño que todos murieron", comentó. "Tengo este sueño en el que no sé quién está vivo y quién está muerto".

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