Corrupción de Petrobras truncó los sueños de una ciudad

La inversión de la petrolera estatal en la localidad se estimaba en ocho mil 400 mdd, debía atraer a miles de empresas a Itaboraí.

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Con el aumento del desempleo, toda la cadena económica se vio impactada. (Notimex)
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Agencias
ITABORAÍ, Brasil.- El alcalde de Itaboraí, Helil Cardozo, recurre a un símil automovilístico para explicar qué ha sucedido en esta localidad que debía acoger la mayor inversión de la petrolera estatal Petrobras, el Complejo Petroquímico de Río de Janeiro, comúnmente denominado Complerj.

“Éramos un auto viejo, pero con gasolina y ruedas. Ahora somos un Ferrari sin combustible ni neumáticos”, dijo airado el alcalde de esta ciudad, situada a 50 kilómetro6s de Río de Janeiro.

Esta ciudad que en apenas un lustro sufrió lo que los locales llaman un “choque de realidad”: de soñar con la creación de cientos de miles de empleos, a “pagar el pato” –como dice el alcalde- por la corrupción y la mala gestión en el seno de la estatal, según publica Notimex.

Inaugurada la obra en marzo de 2008 por el entonces presidente Luiz Inacio Lula da Silva y la entonces ministra de la Casa Civil, la actual presidenta Dima Rousseff, el Complerj debía albergar en 2013 una refinería de petróleo, una planta de gas y otra petroquímica en un inmenso espacio de 45 kilómetros cuadrados.

La inversión, evaluada entonces en ocho mil 400 millones de dólares, debía atraer a miles de empresas y generar nada menos que 200 mil empleos en esta urbe que por entonces apenas superaba los 180 mil habitantes.

En pleno apogeo por las inmensas oportunidades que podría generar semejante inversión, miles de personas vinieron de todo el país a la ciudad, mientras se erigían rascacielos acristalados, centros comerciales y negocios de todo tipo que debían beneficiarse de la demanda generada. Pero nada de eso sucedió.

En 2013, Petrobras decidió cambiar el rumbo y reducir de manera considerable el proyecto, dejándolo en apenas una refinería de petróleo con capacidad para 165 mil barriles diarios, en un primer jarro de agua fría para el municipio, que veía esfumarse la posibilidad de crear una industria petroquímica de alto valor añadido en la localidad.

Pero lo peor fue cuando la estatal petrolera decidió incluso paralizar la construcción de la refinería, cuando ésta se encontraba en 86 por ciento terminada, asediada por los escándalos de corrupción y las investigaciones judiciales. Como resultado, miles de personas perdieron sus empleos.

Datos de la alcaldía indican que en 2010 unas 29 mil personas eran empleadas en la construcción del Complerj, mientras ahora apenas cinco mil trabajan en tareas de mantenimiento, mientras Petrobras todavía no tiene plazo de cuándo retomará las operaciones.

Sin embargo, ni la paralización de la obra ni la reducción del proyecto rebajaron el costo: de los ocho mil 400 millones de dólares presupuestados inicialmente, el Complerj pasó a costar ya 47 mil millones de dólares, según datos públicos, en una gestión de la obra que el Tribunal de Cuentas de Brasil calificó recientemente de “temeraria” por los numerosos “sobrecostos” y la “ausencia de controles efectivos” para evitar la corrupción.

“Vinieron y prometieron a la población que tendríamos el segundo Producto Interior Bruto por cápita del estado de Río de Janeiro, después de la capital”, dijo el alcalde de Itaboraí.

“Fue una broma pesada”, recordó Cardozo, quien recibió a Notimex en mangas de camisa y con la ventana de su oficina abierta para que corriera el aire, con el objetivo de ahorrar hasta en electricidad, pues las cuentas públicas enfrentan una situación calamitosa.

De enero a marzo pasados, la recaudación del principal impuesto recaudatorio, el ISS, que supone 50 por ciento de los ingresos del municipio, se redujo 65 por ciento, lo que provocó el despido de funcionario, cancelación de proyectos y rebaja de 20 por ciento del salario de todos los funcionarios de la alcaldía.

“Se ha instalado una situación de caos, porque mientras la recaudación pasó en tres meses de ocho millones de dólares a menos de tres, los servicios sociales como la educación y la sanidad siguen siendo muy demandados por la población flotante que llegó con el Complerj y que se instaló permanentemente en la ciudad con sus familias”, explicó el alcalde.

La depresión que vive la ciudad es perceptible en el centro del Sistema Nacional de Empleo (SINE) en la ciudad, que se encarga de recolocar a los desempleados.

“En los últimos tres meses estamos atendiendo más de cuatro mil personas por mes. Está aumentando ese número por el alto índice de desempleo que el país está enfrentando, y nuestro municipio en especial, a causa de la obra parada de la refinería”, explicó Anderson Santana, coordinador del SINE en la ciudad.

Uno de los que perdieron su empleo por el paro de las obras fue Joaquim da Lapa Medrado, un carpintero de 62 años que lleva cuatro meses parado y que recurre -de momento sin éxito- al SINE para encontrar oportunidades.


El alcalde de Itaboraí, Helil Cardozo.

“Está difícil encontrar empleo. Dejo el currículum y no me llaman. Solo te contratan por recomendación, pero antes no era así. Antes dejabas un currículo y te llamaban para una entrevista, pero ahora solo si tienes contactos”, dijo, mientras decenas de personas aguardan su turno dentro del pequeño recinto para inscribirse en las listas de demandantes de empleo.

Con el aumento del desempleo, toda la cadena económica se vio impactada, como si se tratara de las piezas de un dominó que empujan una a otra hasta que caen.

En el recién inaugurado Shopping Itaboraí Plaza, cuyas dimensiones –equivalente a siete veces el Estadio Azteca- reflejan bien las aspiraciones de grandeza que una vez tuvo esta ciudad de 220 mil habitantes, pocas son las personas que curiosean en las tiendas, mientras los carteles de “se alquila” proliferan en comercios vacíos por toda la ciudad.

“Estamos con una actividad apenas el 60 por ciento de lo previsto”, explicó Sharline, dueña de un negocio de tratamiento de uñas, cuyas seis empleadas aguardan sentadas la llegada de clientes.

Petrobras –mayor empresa del país y responsable de hasta el 5 por ciento del PIB de Brasil- presentó la semana pasada su balance de cuentas de 2014 y, en plena investigación judicial por corrupción, admitió que dos mil millones de dólares fueron desviados ilícitamente por medio de la sobrefacturación de contratos.

Esta voluminosa cifra –que aún podría aumentar, pues es provisional- habría sido desviada de la compañía petrolera para el lucro de intermediarios, funcionarios e incluso formaciones como el Partido de los Trabajadores (PT, izquierda) de la presidenta Rousseff, entre otros, según informaciones de la fiscalía brasileña.

Considerada por el fiscal general de Brasil como el mayor caso de desvío de dinero de la historia del país, decenas de empresas y ejecutivos ya fueron imputados, mientras 54 políticos –entre ellos los presidentes del Congreso y del Senado- están siendo investigados por su supuesta implicación.

Hace dos semanas el entonces tesorero del PT, Joao Vaccari, fue encarcelado por ser el encargado de recibir los desvíos de dinero de Petrobras para su formación política.

El desvío se realizaba, entre otras formas, por medio del pago de comisiones de entre 1.0 y 3.0 por ciento de los contratos firmados por Petrobras con empresas suministradoras de servicio, que estaban debidamente sobrefacturados, según las investigaciones.

Ante esta situación, el alcalde de Itaboraí –cuya formación política, el Partido de Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), es curiosamente socia de Rousseff en el Gobierno- no tiene dudas de quién es el responsable de lo que sucede en el municipio.

“Lo que la presidenta de la República tiene que hacer es reconocer que se equivocó. Fue una mala gestora. Consecuentemente hundió Petrobras, hundió el país y está hundiendo Itaboraí. Aún tiene tiempo en su segundo mandato de venir a Itaboraí y pedir perdón a la gente”, concluyó.

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