Se cumplen 20 años del primer mamífero clonado

Tras ese hecho, la autoridad estadounidense permitió en 2008 la comercialización de la carne clonada.

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Dolly nació en Escocia el 5 de julio de 1996 y fue el primer mamífero resultante de la clonación de una célula adulta. (Archivo/EFE)
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Agencias
PARÍS, Francia.-, La oveja más famosa del mundo, Dolly, fue el primer mamífero resultante de la clonación de una célula adulta y nació en Escocia el 5 de julio de 1996; 20 años después, la técnica se practica con fines ganaderos en varios países.

En el caso de Dolly, transfirieron el núcleo de una célula de una glándula mamaria de una oveja adulta en un ovocito sin núcleo. Implantaron luego el embrión resultante en el útero de una oveja.

Aplicación ganadera

En el mundo de los criadores, “la clonación fue percibida como una herramienta de ayuda a la reproducción de animales”, declaró Jean-Louis Peyraud, investigador del Instituto Francés de Investigación Agronómica (Inra).

Como se trata de una técnica muy costosa —más de 10 mil euros por animal— el objetivo no es disponer de clones para comercializar, sino mejorar las razas de los rebaños.

Empresas privadas estadunidenses tomaron la iniciativa de clonar animales de alto valor genético: vacas que dan mucha leche pero también ovejas y porcinos de alto potencial.

La Food and Drug Administration (FDA) estadunidense autorizó en 2008 la comercialización de productos de animales clonados y de su progenie, al asegurar que eran “tan seguros como los de los animales convencionales”.

A pesar de tener un índice de éxito relativamente bajo —entre 15 y 30 por ciento, según Peyraud—, la clonación continuó su camino en EU. La empresa tejana ViaGen se enorgullece en su sitio web de haber desarrollado “miles de animales clonados con buena salud y activos”.

Argentina, Brasil, Canadá y Australia también practican la clonación de animales de cría y a finales de 2015 China causó sensación con el anuncio de la construcción de una planta de clonación de distintos animales. La sociedad Boyalife asegura que producirá 100 mil embriones de vacas en 2016 y, a mediano plazo, más de un millón anuales.

Ante una opinión pública mayoritariamente hostil a la clonación, la Unión Europea no deja producir clones para la cría de ganado. Desde 1997 impone un trámite de autorización para la comercialización de productos clonados, pero hasta la fecha nadie ha presentado una solicitud.

Sin saber el origen

Un informe de expertos remitido en noviembre a la Comisión Europea admite la “posibilidad” de que alimentos resultantes de animales clonados terminan en el plato de los europeos a causa de las importaciones de carne y leche procedentes de países terceros, pero también de la importación de animales en pie y de material genético utilizado para la reproducción animal.

“Los europeos tal vez comen sin saberlo la carne resultante de descendientes de clones, a falta de trazabilidad y de etiqueta”, declaró Pauline Constant, portavoz de una federación de consumidores en ese continente.

Según ese organismo, que reclama a los países ejercer más presión sobre la Comisión Europea para avanzar en este tema, “no es aceptable” que eso suceda, aunque no haya manera de comprobarlo.

La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria dice no tener inquietudes acerca de la salud humana. Pero señala “los problemas de salud animal y de bienestar de los animales” asociados.

“La mortalidad embrionaria es elevada, el alumbramiento puede complicarse, algunos animales nacen demasiado gordos o con patologías pesadas”, detalló Peyraud.

En septiembre del año pasado el Parlamento Europeo determinó por amplia mayoría que la clonación no solo estaba prohibida para animales de cría, sino también sus descendientes y los productos resultantes. Una posición más estricta que la preconizada por la Comisión, que considera es mejor contemplar las exigencias de Estados Unidos y otros países.

Constant reclama medidas de etiquetado “que les permitan saber lo que tienen en el plato” y sugiere comenzar a hacerlo con la carne bovina.

El hito

Revelada en febrero de 1997, la clonación de la oveja Dolly, obra del Instituto Roslin de Edimburgo, fue saludada en aquel momento como un avance científico importante

No obstante, la hazaña de los investigadores europeos también provocó una viva polémica sobre la eventual aplicación de esa técnica en el ser humano.

Para Dolly las cosas se complicaron después de nacer y envejeció prematuramente. Sufrió artritis y desarrolló una enfermedad pulmonar, antes de ser sacrificada en 2003.

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