El Papa declaró en juicios por crímenes de dictadura argentina

Los sacerdotes jesuitas Orlando Yorio y Francisco Jalics acusaron al actual pontífice de haberlos "entregado" a los militares.

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La presidenta de Argentina le regaló un juego de mate al Papa Francisco. (Agencias)
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Agencias
BUENOS AIRES, Argentina.- El Papa Francisco tuvo que declarar en dos ocasiones como testigo en juicios por crímenes de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura militar argentina (1976-1983), pero nunca fue imputado de ningún delito, según publica Notimex.

El 8 de noviembre de 2010, el entonces cardenal Jorge Mario Bergoglio declaró en una sesión privada frente al tribunal que juzgó una parte de los secuestros y torturas cometidos en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), el principal centro de detención de la dictadura.

Bergoglio había tratado de declarar sólo por escrito, privilegio que le concedían las leyes argentinas debido a su cargo religioso, pero los abogados y jueces discutieron porque la gravedad de los crímenes investigados ameritaba que testificara oralmente.

En una resolución, el tribunal le negó al cardenal el pedido de responder sólo por escrito, pero propuso una solución intermedia, ya que no se presentaría públicamente en juicio, sino en una audiencia privada que se realizó al lado de la curia de la Catedral.

Bergoglio se vio obligado a responder durante cuatro horas las preguntas de abogados y jueces, en particular sobre el caso de los sacerdotes jesuitas Orlando Yorio y Francisco Jalics, quienes fueron secuestrados en mayo de 1976 y liberados cinco meses más tarde.

Bergoglio trató de declarar sólo por escrito, privilegio que le concedían las leyes argentinas debido a su cargo religioso

Yorio, fallecido en el año 2000, había acusado al actual pontífice de haberlos "entregado" a los militares como parte de la colaboración que la jerarquía católica prestó a una sangrienta dictadura que dejó entre 10 mil y 30 mil desaparecidos.

Bergoglio negó las acusaciones y aseguró que, por el contrario, había realizado todas las gestiones posibles, incluidas reuniones con el entonces dictador Jorge Rafael Videla y el almirante Emilio Massera para liberar a sus dos compañeros jesuitas.

"Me reuní dos veces con Massera. La primera me escuchó y me dijo que iba a averiguar. Le dije que esos padres no tenían que ver en nada raro. Y quedó en contestar. La segunda entrevista fue muy fea, no llegó a los 10 minutos", recordó.

Según Bergoglio, en esa segunda ocasión le dijo a uno de los más temibles represores de Argentina: "mire Massera, yo quiero que (Yorio y Jalics) aparezcan. Me levanté y me fui".

Agregó que con Videla también mantuvo dos citas en las que el dictador "fue muy formal, tomó nota, dijo que iba a averiguar (...) me dio la impresión de que se iba a preocupar más e iba a tomar las cosas más en serio. No fue violenta, como la de Massera".

Casi un año más tarde, el 23 de septiembre de 2011, Bergoglio volvió a testificar, ahora en el juicio por el robo de bebés nacidos en cautiverio, pero entonces sí hizo uso de su privilegio y respondió 33 preguntas por escrito, sin necesidad de hablar ante el tribunal.

En apenas ocho páginas, Bergoglio se refirió principalmente al caso de Elena de la Cuadra, una joven secuestrada que parió en la ESMA y que permanece desaparecida, al igual que su hijo, y cuyos familiares le pidieron al futuro Papa ayuda para encontrarla.

Bergoglio ofreció sólo breves respuestas, en la mayoría de las cuales afirmó que no recordaba pormenores, mucho menos que el padre de la joven le hubiera dicho que ella estaba embarazada al momento de su secuestro.

Su respuesta más llamativa se refiere a sus conocimientos sobre las Abuelas de Plaza de Mayo, la organización nacida a fines de los años 70 para buscar a sus hijas y nietos desaparecidos en los centros clandestinos de detención, de los cuales han rescatado ya a 107.

Pese a que la lucha de las Abuelas fue internacionalmente conocida desde sus inicios, Bergoglio aseguró que sólo supo de ellas a partir de 1986, cuando se realizó en Argentina el juicio a las Juntas Militares, "y más acentuadamente después de 1990".

También recordó que el escritor argentino Juan Gelman le pidió ayuda para encontrar a su nieta, en uno de los casos más famosos de desaparición de recién nacidos, pero sus gestiones no tuvieron ningún resultado.

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