El Protocolo de la Muerte, vivencias de reos mexicanos en EU

La periodista mexicana Martha Patricia Giovine compila en su libro horas de sufrimiento y agonía de presos condenados a la pena capital.

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Martha Patricia Giovine, autora del libro "El protocolo de la muerte". (EFE)
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EFE
MIAMI, Estados Unidos.- La periodista mexicana Martha Patricia Giovine ha recogido en el libro "El Protocolo de la Muerte" los casos de reos hispanos condenados a muerte en Texas, sus procesos judiciales y el dolor de las familias de las víctimas y de las de los propios presos.

Giovine, quien ha cubierto desde 1993 las ejecuciones y procesos judiciales del llamado "Pabellón de la Muerte", tomó el titulo de su libro, que salió esta semana al mercado bajo la editorial Palibrio, de lo que las autoridades penitenciarias denominan como el "protocolo" de lo que se lleva a cabo en una ejecución.

"La idea de escribir surge a partir de mi acercamiento al caso del mexicano César Fierro y su familia, quien lleva ya 33 años en prisión y ha estado en 15 ocasiones a punto de ser ejecutado", señaló la también residente en El Paso.

Fierro fue condenado a muerte en 1979 por el asesinato en El Paso del taxista Nicolás Castañón.

El caso de Fierro, dijo Giovine, "es uno de los más sintomáticos de la pena de muerte en Texas. La investigación que se llevó a cabo cuando lo detuvieron fue más que cuestionable y es poco comprensible por qué nunca se ha reabierto, aun cuando un juez en 1995 dijo que debería ser juzgado nuevamente porque encontraba irregularidades tanto la investigación como en el juicio, pero luego una Corte de Apelaciones lo negó".

Giovine afirmó que gracias a su trabajo como reportera en Texas conoció la situación de estos condenados a muerte "y su indefensión dentro de un sistema completamente desconocido para ellos y que los supera".

La periodista ha sido colaboradora de medios como La Jornada, Proceso, el Diario de Juárez, y también ha trabajado con diarios de Estados Unidos como La Opinión de Los Ángeles, El Diario de El Paso y para las agencias de noticias France Press, Reuters y EFE, para la cual colabora actualmente.

Agregó que los condenados a muerte en el estado texano "están aislados en pequeñas celdas de concreto, no tienen comunicación con otro ser humano ni contacto con el mundo exterior, solo salen una hora al día para hacer ejercicio, están absolutamente solos esperando su ejecución".

Una muerte que a veces no llega, como el caso de Fierro, que ha empezado a perder la razón, o que ocurre para después conocerse que se había ejecutado al hombre equivocado, "como fue el caso de Rubén Cantú, que después de más de una década, testigos dijeron que él no estuvo en el lugar del crimen, pero ya había sido ejecutado".

"Mi intención con este libro es dar a conocer la situación de estos hispanos que están en el Pabellón de la Muerte, porque, así como las familias de las víctimas tienen el derecho de que se haga justicia, los condenados tiene también el derecho de tener todas las herramientas para pelear sus casos y contar con la asesoría de sus gobiernos", señaló.

México, más cercano a sus reos

La periodista destacó que la acción de México respecto a los condenados era muy limitada hasta 2003, año en el que demandó a Estados Unidos ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya para que respete el tratado que suscribió en 1963 sobre el derecho a la notificación consular.

El CIJ, en el llamado Fallo Avena, determinó en 2004 que Estados Unidos debía revisar el caso de José Ernesto Medellín y 51 mexicanos condenados a muerte.

"Todos los estados acataron ese fallo excepto Texas que procede con la ejecución de Medellín -que la periodista presenció- y luego la de Humberto Leal", dijo Giovine sobre la situación en este estado, en el que hay 13 mexicanos y 7 centro y sudamericanos condenados a ser ejecutados por inyección letal.

Sin embargo, expuso, los gobiernos de Honduras, Nicaragua y El Salvador tienen a ciudadanos condenados a muerte y su actuación frente a ellos no ha sido la adecuada.

Tras esta experiencia, Giovine concluyó que lo que más le ha impactado de todos estos años "es estar cerca de las familias de las víctimas, pero también de las de los condenados, porque esas familias no cometieron un crimen y terminan siendo unas víctimas".

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