Animales que abrigan, hoy mueren de frío

El invierno se vuelve enemigo mortal de los pobladores de lugares donde llega la temperatura a 23 grados bajo cero y sin calefacción.

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En lo que va del invierno han muerto 50 mil animales y las autoridades creen que con temperaturas de hasta 23 grados bajo cero podrían morir 300 mil alpacas. ((AP Photo/Rodrigo Abd)
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Agencias
SAN ANTONIO DE PUTINA, Perú.- A casi cinco mil metros de altitud y luego de tres días consecutivos de nevadas que han cubierto con un manto blanco las agrestes montañas de los Andes del sur de Perú, el pastor Mateo Mullisaca observa cómo una de sus alpacas agoniza en los extensos pastizales por donde vuelan muy cerca las aves carroñeras, según informó Associated Press.

"La mató el frío y el hambre", dice el criador de 62 años mientras la respiración de su animal se extingue. Perú es el primer productor de fibra de alpaca, una de las más exclusivas de la alta costura, pero en lo que va del invierno han muerto 50 mil animales y las autoridades creen que con temperaturas de hasta 23 grados bajo cero podrían morir 300 mil camélidos.

Los pastizales y riachuelos terminan enterrados bajo una capa de nieve convertida en hielo que demora hasta cuatro días en derretirse. Cuando la nieve desaparece el pasto natural maltratado por el frío termina de calcinarse con el sol del mediodía y por las tardes los fuertes vientos arrancan desde la raíz lo que queda del maltratado pasto andino.

"Sin agua y sin comida los más débiles mueren", dice Mullisaca, quien el invierno pasado perdió 30 animales de su hato de 150 alpacas, sus más valiosos bienes en una zona donde por la altitud no crecen ni la papa ni la quinoa. Sus ovejas también están siendo arrasadas. La noche anterior cinco corderos recién nacidos sobre el hielo solo vivieron algunas horas.

Pese a los más de tres millones de dólares que el gobierno dispuso este año para enfrentar los efectos del invierno en las zonas rurales y a la declaración del estado de emergencia por bajas temperaturas en todo el sur, los pastores sienten que el estado no es efectivo en la provisión de corrales protectores y alimentos para sus animales más frágiles.

Los pueblos donde por miles de años se criaron las alpacas están entre los de mayor altitud del mundo y son los más pobres de Perú. En su mayoría las más de 120 mil familias que se dedican a esta actividad en 210 mil kilómetros cuadrados tienen ingresos de poco más de 100 dólares mensuales, menos de la mitad del sueldo mínimo en Perú.

Isaac Caparó, un veterinario experto en camélidos, afirma que criar alpacas es un proceso lento. Viven unos nueve años, el periodo de gestación dura 11 meses y tienen una sola cría. Una familia tiene en promedio 80 animales a los que esquilan una vez por año y de ellas sacan en 2.5 kilos de fibra. Cuando muere una alpaca, no solo pierden el animal, sino todas las futuras dotaciones de fibra que ya no podrá otorgar.

En 2015 el pastor Mullisaca perdió 30 animales, que en dinero significó el ingreso de un mes. "Si no hubiese tenido ovejas, me hubiese muerto de hambre también", dijo.

En la última década, hartos de sus vidas miserables, los hijos jóvenes de familias alpaqueras se han convertido en mineros artesanales de oro en una montaña cercana por encima de los cinci mil 400 metros. Otros han bajado a los bosques amazónicos ubicados a dos días de viaje en bus donde se han dedicado a la siembra de la hoja de coca que luego sirve para fabricar cocaína.

Los que se quedan venden el kilo de fibra grasosa a 5.3 dólares en una cadena productiva que pasa hasta por cuatro intermediarios y donde el precio final de las empresas exportadoras de la fibra tratada se quintuplica antes de ser enviado a Italia, Estados Unidos y China. Es un negocio exclusivo que mueve más de 150 millones de dólares anuales, según datos oficiales.

"Es una cadena que empieza en las cabañas más pobres de los Andes y culmina en las tiendas más lujosas del mundo", dice Sixto Flores, un experto local con 30 años de experiencia en la crianza y comercialización de alpacas que ha trabajado con la organización francesa Agrónomos y Veterinarios sin Fronteras en diversas comunidades del sur de Perú.

La tienda Bergdorf Goodman en Manhattan vende abrigos por más de cuatro mil dólares y Luisa Via Roma ofrece chaquetas de dos mil100 dólares realizados con fibras de 19 micras. Por contraste, según datos oficiales, durante el invierno en los Andes más de 14 mil menores de cinco años enferman de neumonía y 105 han muerto con esta enfermedad.

Los niños de las zonas alpaqueras "tienen infecciones respiratorias agudas y a veces recaen hasta seis veces durante la época fría", dice el enfermero Cirilino Suxso, en un frío centro de salud sin calefacción incrustado en una montaña de los Andes a más de cuatro mil 500 metros de altitud.

Cuando un niño se enferma en una zona donde la temperatura desciende hasta 23 grados bajo cero y no hay calefacción, también empieza el calvario para la madre. Es el caso de Ismael, de 20 meses, con 39.5 grados de fiebre y tos abundante.

Una madrugada de julio su madre Sofía Callo intentó calmarlo con infusiones de una planta de las alturas, aunque con poco éxito.

"No quiere comer, cuando se echa en la cama no puede respirar, se sienta en la cama y llora", dice la madre una gélida mañana de julio mientras desde su puerta de madera observa el campo cubierto de nieve y se alista para llevar a su hijo hasta el centro de salud más cercano, distante a dos horas en motocicleta.

En Perú no existe una política para luchar contra el frío en las zonas de altitud donde viven los alpaqueros, afirma Miguel Hadzich, director del Grupo de Apoyo al sector rural de la Pontificia Universidad Católica de Perú, una unidad operativa del departamento de ingeniería que han construido en los Andes unas 600 casas con calefacción sin ningún apoyo estatal.

"Con el friaje y las heladas, la gente, los animales y las plantas se mueren, se vuelve un escándalo y entonces recién el estado mira para arriba, si no ni les interesa", dice Hadzich.

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