Te presentamos al trío que fundó Airbnb

Brian Chesky, Joe Gebbia y Nathan Blecharczyk están entre los más influyentes de menos de 40 años.

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Brian Chesky, Joe Gebbia y Nathan Blecharczyk son los fundadores de Airbnb, y siguen al frente de la compañía. (Getty Images)
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Agencia
CIUDAD DE MÉXICO.- Es difícil encontrar compañías en las que sus fundadores sigan llevando las riendas diez años después crearla. Es el caso de Brian Chesky, Joe Gebbia (ambos de 37 años) y Nathan Blecharczyk (35 años). El momento eureka para el trío fue desarrollar una aplicación que conecta a personas dispuestas a dar las llaves de sus casas a completos extraños que viajan justos de efectivo. Lo que hace una década se veía como una locura acabó convirtiéndose en el gran unicornio de la economía compartida: Airbnb.

La plataforma que crearon cuenta en la actualidad con más de cuatro millones de propiedad de alquiler por todo el mundo, desde casas en árboles en Escandinavia a islas privadas en Fiji. Chesky es el consejero delegado, el gestor. Gebbia el jefe de producto y Blecharczyk está al mando de la estrategia. Él es precisamente el único del trío que está casado y tiene dos hijos. Cada uno controla un 15% de la compañía, así que a poco que se hagan cálculos y teniendo en cuenta que Airbnb está valorada en casi 31 mil millones de dólares (más de 27 mil millones de euros), eso significa que son extremadamente ricos, publica el periódico El País.

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Los tres jóvenes tienen una fortuna estimada por la revista Forbes en 3 mil 700 millones de dólares (más de 3 mil 200 millones de euros) por cabeza. Y los tres son signatarios de la iniciativa Giving Pledge que lideran el inversor Warren Buffett junto a Bill y Melinda Gates, por la que se comprometen a donar más de la mitad de su patrimonio en vida. La revista Fortune les tiene reservado un puesto entre las 40 figuras más influyentes del mundo de menos de 40 años.

Antes de que los inversores vieran el filón, Chesky recibía un sueldo de 40 mil dólares trabajando como ingeniero industrial en Los Ángeles. Era una ridiculez comparada con las pagas que se reparten en Silicon Valley. Conoció a Gebbia, que aspiraba a ser galerista, mientras estudiaban en la escuela de diseño de Rhode Island. Airbnb se creó en el piso que los dos compartieron después, cuando se mudaron a San Francisco.

¿Qué significa Airbnb?

Estaban literalmente arruinados y para poder pagarse el alquiler, ofrecían un colchón inflable y desayuno al que quisieran alojarse en su casa mientras estaban de visita por la ciudad. Ese mismo espacio se convirtió en la primera oficina del portal Air Bed and Breakfast. Blecharczyk fue el primer ingeniero de la plataforma. Aprendió a programar solo, empapándose manuales que le compraba su padre. A los 16 años creó su primera compañía y con los ahorros se pagó los estudios en Harvard.

(El País)

Cada uno fue gravitando de forma natural hacia lo que hacía mejor. Se dieron cuenta de que necesitaban un lugar más grande cuando el encargado de ventas tenía que meterse en el cuarto de baño para hacer las llamadas. Entonces Airbnb no llegaban a 20 empleados. Han pasado de no poder pagar el alquiler mensual, a tener 9 mil 800 empleados y facturar unos ingresos de 2 mil 600 millones de dólares. Y todo esto sin tener que depender de un activo físico propio, como una cadena hotelera.

Airbnb puede parecer una historia de éxito inmediata, pero no fue tan sencillo al principio. Inversores que apoyaron a compañías como YouTube o PayPal les rechazaron. Así que tuvieron que tirar de sus tarjetas de crédito para financiarse, sin saber cómo podrían pagar lo que debían. La persistencia les llevó a seguir intentándolo hasta que la convención demócrata que designó a Barack Obama candidato les puso en el mapa gracias a la atención mediática que generó su idea.

El éxito de Airbnb está definido, en gran medida, por la obsesión de sus tres fundadores con la perfección. Hasta el punto de que en un primer momento llegaron a visitar las propiedades que se ofrecían en la plataforma en Nueva York para entender cómo llevar el servicio a otro nivel. Entendieron que lo esencial para su éxito futuro no era que los visitantes estuvieran contentos, sino que los anfitriones adoraran el sistema.

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