Haus Alpina, un increíble lugar para vacacionar en Suiza

Un nuevo chalet en Klosters ofrece un discreto retiro para ocultarse del mundo.

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Haus Alpina es un chalet en Klosters, Suiza, uno de los complejos turísticos de esquí más famosos del mundo. (countryandtownhouse.co.uk)
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Tom Robbins/Milenio
MÉXICO.- Todos conocen Klosters, incluso aquellos a los que no les interesa la nieve. Durante años fue el escenario de los reportajes que mostraban a los príncipes William y Harry aprendiendo a esquiar. Los columnistas se lanzaron en contra del canciller George Osborne cuando pasó aquí sus vacaciones y se escandalizaron cuando Lord Mandelson, el antiguo secretario de negocios de los laboristas, fue visto paseando por el pueblo en un antiguo Ferrari de colección.

Así es que resulta impactante llegar a la ciudad y encontrar un lugar que es tranquilo y sin pretensiones, incluso modesto. Mientras que las calles de Gstaad y St Moritz están plagadas de boutiques de Cartier, Louis Vuitton y Prada, en mi caminata desde las afueras hasta el centro de Klosters, solo vi tiendas de jardinería, de cocina y de relojes cucú.

La mayoría de los visitantes se hospedan en pequeños hoteles tradicionales o en las casas de amigos o familiares. Aunque este invierno, la gran noticia de la ciudad es que se abrirá un chalet de lujo que podrá rentarse y cuyos dueños son una pareja de empresarios: Haus Alpina (Casa Alpina), que está escondida en los dos pisos superiores de un grupo de departamentos anónimos en las orillas de la ciudad. Hay que subir el elevador del estacionamiento subterráneo y abrir la puerta de enfrente para encontrarse con uno de los chalets más impresionantes de los Alpes.

En el pasillo hay un aroma de pino y lavanda blanca que resulta familiar para cualquiera que haya comprado en The White Company, la cadena de blancos y artículos para el hogar. Chrissie Rucker, su fundadora, compró el chalet en 2011 para vacacionar con sus cuatro hijos y su esposo Nick Wheeler. “No teníamos planeado rentarlo, pero no lo usábamos tanto como esperábamos y no nos parecía bien que estuviera abandonado”, dice.

La sensación de hospedarse en el chalet no es la de estar en la casa de Rucker, sino la de entrar a uno de sus catálogos. Cada habitación está aromatizada con diferentes velas de White Company, granada en una sala, cassis en otra, higo toscano en el cuarto de televisión, y también hay productos de la compañía en todas partes. Me bañé con lavanda de White Company, gel de neroli y limón; me lavé el cabello con champú de jazmín y rosas, y a la tina le puse aceite de geranio, junípero y pachuli.

El costo

Si se tratara de un diseñador más efervescente, sería un exceso, pero el estilo de Rucker, al igual que el de Klosters, es muy contenido. En 1994 lanzó su compañía de pedidos por correo y vendía ropa de cama, manteles y toallas, todo en blanco. Ahora tiene un valor de 144 millones de libras esterlinas. Este esquema de color se emplea en todo el chalet, en donde el coctel de la casa es una “dama blanca” y las flores (rosas, tulipanes, orquídeas y jacintos) son todas blancas.

Además de las velas y el color, lo más impresionante es la sensación de espacio, lo cual es raro en los chalets alpinos. Hay dos salas enormes, cada una con techos de doble altura, chimeneas muy grandes, pisos de duela de roble blanco y sofás.

Una carreta con campanas que sonaron todo el camino nos lleva hasta el pueblo vecino de Monbiel, en donde comimos en Höhwald, un restaurante en un chalet de madera a la orilla del bosque.

Personajes famosos

De regreso, me detuve por una bebida para después de esquiar en el hotel Chesa Grischuna, el principal centro de reunión del pueblo desde 1938. La dueña, Barbara Guler, me mostró el libro de huéspedes. Dentro se encuentran firmas, mensajes y garabatos de Winston Churchill, Audrey Hepburn, Greta Garbo, Deborah Kerr, de la reina de Holanda y del príncipe Carlos.

Sin embargo, el hotel es de tan solo tres estrellas, hasta el momento no hay ningún hotel de cinco estrellas en el pueblo. “No se por qué, pero Klosters siempre ha sido así”, dice Guler. “Aquí se puede ver al rey de Suecia empujando un carrito en el supermercado”.

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