Hugo Chávez: Una lucha que terminó en emboscada

El fallecido Presidente entró en la historia de su país el 4 de febrero de 1992, tras un fallido golpe de estado.

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En 1992 fue detenido e hizo un llamado a sus compañeros a deponer las armas y rendirse; estuvo preso 2 años. (agencias)
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Humberto Márquez/MILENIO
CARACAS, Venezuela.- Un episodio marcó la vida del fallecido presidente Hugo Rafael Chávez Frías: el fallido golpe de estado que encabezó en 1992, siendo coronel del Ejército. MILENIO publica en su sección La aldea, el artículo de Humberto Márquez en el que recuerda este hecho:

Nacido el 28 de julio de 1954 en Sabaneta, un pueblecillo de los llanos del sudoeste de Venezuela, fue el segundo de los seis hijos varones de Hugo de los Reyes Chávez y Elena Frías, dos humildes maestros rurales.

Criado principalmente por su abuela, el joven Hugo se apasionó por jugar beisbol y a los 17 años, culminada la secundaria, ingresó en la Academia Militar.

Hizo carrera en el ejército al tiempo que, desde que era teniente, inició a organizar células conspirativas que luego se nombró como Movimiento Bolivariano Revolucionario-200, influenciado por su hermano mayor, Adán, militante del Partido de la Revolución Venezolana que orientaba el líder guerrillero Douglas Bravo.

Chávez entró en la historia de Venezuela el 4 de febrero de 1992, al momento de rendirse tras liderar una fallida y cruenta sublevación de varios batallones del ejército contra el entonces presidente Carlos Andrés Pérez (1974-1979 y 1989-1993).

Con uniforme de combate, boina roja de paracaidista y andar aplomado en medio de los oficiales que lo conducían cautivo, improvisó una alocución de 70 segundos dirigida a compañeros todavía alzados, pero que caló inmediatamente en millones de compatriotas que seguían el acontecimiento en vivo por televisión.

“Por ahora nuestros objetivos no fueron logrados, pero el país tiene que enrumbarse hacia un destino mejor, y yo asumo ante ustedes y ante toda Venezuela la responsabilidad por este movimiento militar bolivariano”, dijo al pedir el cese de la lucha para evitar más derramamiento de sangre.

Así nació su leyenda y su popularidad. Estuvo preso dos años y luego, tras ser indultado por el presidente socialcristiano Rafael Caldera (1969-74 y 1994-99), recorrió el país promoviendo esperanzas de una nueva insurrección, hasta que en 1996, de la mano del veterano izquierdista Luis Miquilena, optó por buscar el poder mediante la vía electoral.

Fundó entonces el Movimiento V República (MVR), que avanzó mientras se desmadejaban los partidos tradicionales en el poder desde 1959, y ganó las elecciones presidenciales del 6 de diciembre de 1998, con 56 por ciento de los votos.

En otras 15 instancias electorales desde entonces hasta 2012, ese porcentaje de adhesión a la causa de Chávez se sostuvo como promedio. Los sectores más pobres de la población fueron siempre su principal soporte.

De gran naturalidad ante el micrófono y las cámaras, desde que llegó al gobierno se dirigió al país unas 2 mil 200 veces por cadenas de radio y televisión. También sumó casi 400 ediciones el programa dominical “Aló Presidente”, desde donde explicaba por varias horas y casi siempre en tono coloquial cuestiones políticas, de gestión, de su pasado castrense y de historia, a veces la universal, otras la del terruño.

Promotor de la izquierda

Chávez promovió causas de izquierda y gobiernos con semejanzas al suyo en América Latina y el Caribe, pactó una alianza cada vez más intensa y sólida con Cuba y adoptó como uno de sus guías al líder histórico de esa isla, Fidel Castro.

Impulsó la nueva Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, que entró en vigor en 1999 y fue enmendada en 2009.

En 2001 dispuso medidas sobre la propiedad privada, desatando la reacción de las clases medias y altas y de sindicatos de empleados que en marchas multitudinarias reclamaron su salida del gobierno.

El 11 de abril de 2002, la mayor de esas marchas finalizó con tiroteos cerca de la casa de gobierno que dejaron 19 muertos y un centenar de heridos.

En ese marco, el alto mando militar, con apoyo de poderosos sectores civiles, perpetró un golpe de Estado contra Chávez al día siguiente, y asumió el gobierno de facto Pedro Carmona, presidente de Fedecámaras, la principal asociación empresarial del país, quien disolvió de inmediato los demás poderes del Estado.

Pero militares leales respaldados por miles de seguidores que rodearon los cuarteles en Caracas, repusieron al presidente constitucional en su cargo horas después.

En agosto de 2004, la oposición logró activar la herramienta constitucional de referendo para poner en juego la continuidad del mandato presidencial de Chávez, pero las urnas nuevamente le fueron favorables, esta vez por 59 por ciento de los votos, en una jornada transparente controlada por la Organización de los Estados Americanos entre otros observadores.

Con el soporte de Cuba, el gobierno de Chávez lanzó sus “misiones” —programas de alimentación, salud, alfabetización, educación y ayudas financieras directas a los sectores pobres—, al margen de las burocráticas instituciones tradicionales del Estado y convertidas al paso de los años en la nuez de su oferta política.

Después de su reelección en diciembre de 2006, el mandatario acentuó su confrontación verbal y diplomática con Estados Unidos, se acercó a países ajenos a la región, como Rusia, China e Irán, rompió relaciones con Israel y propuso como objetivo de su proyecto un “socialismo del siglo XXI”.

Soy bolivariano: Chávez

Chávez siempre se definió como bolivariano, al punto que llevó ese adjetivo al nombre oficial de Venezuela y a muchas de sus obras y propuestas, pero también se confesó con insistencia como cristiano, humanista, marxista, socialista, antiimperialista, indigenista y obrerista.

En 2003 Chávez dijo que no aspiraría a gobernar por siempre, “sino solo dos periodos, hasta enero de 2013, y después lo hará otro revolucionario u otra revolucionaria”.

Pero luego cambió de opinión y planteó que su continuidad en el gobierno era un requisito para sostener el proyecto, argumentando que los constantes cambios de administraciones en América Latina y el Caribe han frustrado iniciativas de ese estilo.

La búsqueda de ese cuarto mandato parece haber impactado en su enfermedad, pues médicos dijeron que resultó fatal dedicarse en 2011 y 2012 al gobierno y a la campaña simultáneamente, descuidando su salud.

Muchas veces dijo que cuando le llegara la vejez se veía retirado, bajo la sombra de un árbol en medio de las sabanas del sudoeste venezolano donde nació, dando clases a algunos chiquillos, quizá cultivando una de sus pasiones, la música y el recital de coplas de las llanuras que nutrieron su vida.

Guerrero por naturaleza, “un simple soldado” como gustaba repetir, siempre con una palabra de combate para explicar cualquier contingencia, vencedor de casi todos sus rivales, un verdadero triunfador en la política, no pudo ganar la batalla al cáncer que lo emboscó y lo llevó a la muerte a los 58 años.

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